viernes, 14 de junio de 2024

Psicoterapia Junguiana I y II, dos nuevos seminarios.

La psicología junguiana, al admitir la noción de "alma" como su objeto fundamental exige, además de la terapia del terapeuta, una reflexión continua tanto sobre la teoría como sobre los actos terapéuticos y analíticos que se dan durante el encuentro, e incluso fuera de él. 

Desarrolla junto a Lisímaco Henao H., analista junguiano con 30 años de experiencia en el estudio, la docencia y la práctica junguiana, estas reflexiones y las preguntas resultantes. El objetivo es inspirar y "animar" a una atención cada vez mayor a las imágenes psíquicas y sus cargas emocionales, que se expresan a través del encuentro terapéutico, la personalidad, los complejos, la sincronicidad, los sueños y la imaginación en general, todo ello basado, como sabemos en el componente arquetípico.

Por zoom.

PROGRAMA, HORARIOS Y COSTOS:

Psicoterapia Junguiana I. Julio  2, 9, 16, 23,30

Contenidos:

1. La relación que cura

2. El Yo y lo inconsciente

3. Del trauma al complejo

4. Familia complejo y familia arquetípica

5. Neurosis, psicosis y todo lo que hay en medio.

Todos los martes de Julio 

7 a 9 p.m. por zoom.

500.000 COP ó 140 dólares

On Line - Sincrónico - Hasta 2 clases grabadas si tuvieras qué faltar a alguna (No se ofrece todo el seminario grabado)


Psicoterapia Junguiana II.  agosto 6, 13, 20, 27 y sept. 10

Contenidos:

1. La ecuación personal I: Tipos Psicológicos

2. La ecuación personal II: El mito personal

3. Imaginación Activa I: Meditativa

4. Imaginación Activa II: Cartas a Psique

5. Imaginación Activa III: Lecturas oníricas

Todos los martes de agosto + el 10 de septiembre.

7 a 9 p.m. por zoom.

500.000 COP ó 140 dólares

On Line - Sincrónico - Hasta 2 clases grabadas si tuvieras qué faltar a alguna (No se ofrece todo el seminario grabado).

Docente. 

Lisímaco Henao H.

Psicólgo U. de A. (Medellín 2000), Master en Psicología Analítica U. R. L. (Barcelona 2003), Analista Junguiano IAAP-SCAJ (Copenhaguen 2013), Supervisor Didacta IAAP (Bogotá 2018). 

Info: eventos@jungcolombia.com

sábado, 11 de mayo de 2024

Clases de madres. Clarissa Pinkola Estés

 Como todo arquetipo, La Madre genera imágenes en dos niveles, uno se refiere a la madre personal (a la imagen que de ella se forma en nuestra psique) y otro a las imágenes de lo materno disponibles en el contexto cultural en que nacemos. Esta diferenciación es crucial en la adultez, cuando necesitamos dar un nuevo impulso a la individuación; sin este trabajo, podemos quedar atrapados en los aspectos negativos del complejo materno personal o en los pertenecientes a los complejos maternos culturales. Sin este trabajo, en definitiva, quedamos impedidos para acceder al potencial del arquetipo que está detrás, por encima, por debajo y muy delante de las imágenes fijas de la cultura o del trauma. 

Clarissa Pinkola Estés, nos ha pasado de manera maravillosa estas ideas a través de su ya clásico "Mujeres que corren con lobos", especialmente en el análisis de dos cuentos; "Vasalisa la Sabia" y "El patito feo". He extraído del análisis de este último, este texto sobre los tipos de madres, pues me parecen brillantes para la comprensión clínica y cultural del funcionamiento de lo materno en la psique. Recomiendo leer el cuento nuevamente, pues hay un par de alusiones al mismo. 


Si bien Pinkola se enfoca, por momentos, exclusivamente en la relación de las mujeres y sus madres, ampliando sólo un poco la perspectiva, captamos la universalidad de estas relaciones con lo materno en todos los seres humanos.

Lisímaco Henao H.

Mayo de 2024. 


Clases de Madres

Tomado de Clarissa Pinkola Estess.
Mujeres que corren con lobos. Ed. B. 2005.


Aunque la madre del cuento se puede interpretar como un símbolo de la madre exterior, la mayoría de las personas que ahora son adultas han recibido de su madre real el legado de la madre interior. Se trata de un aspecto de la psique que actúa y responde de una manera que es idéntica a la experiencia infantil de la mujer con su propia madre. Además, la madre interior está hecha no sólo de la experiencia de la madre personal sino también de la de otras figuras maternas de nuestra vida y de las imágenes culturales que se tenían de la buena madre y de la mala madre en la época de nuestra infancia.


En casi todos los adultos, si hubo en otros tiempos alguna dificultad con la madre, pero ahora ya no la hay, existe todavía en su psique una doble de su madre que habla, actúa y responde de la misma manera que su madre real en la primera infancia. Aunque la cultura de una mujer haya evolucionado hacia un razonamiento más conciente con respecto al papel de las madres, la madre interior seguirá teniendo los mismos valores y las mismas ideas acerca del aspecto y la forma de actuar de una madre que los que imperaban en la cultura de su infancia (3).

En la psicología profunda, todo este laberinto se llama «complejo de la madre», es uno de los aspectos esenciales de la psique de una mujer y es importante reconocer su condición, fortalecer ciertos aspectos, enderezar otros, eliminar otros y empezar de nuevo en caso necesario.

La mamá pata del cuento tiene varias cualidades que analizaremos una a una. Representa simultáneamente a la madre ambivalente, la madre derrumbada y la madre no mimada. Examinando estas estructuras maternas, podremos empezar a establecer si nuestro complejo de la madre interior defiende firmemente nuestras singulares cualidades personales o si, por el contrario, necesita desde hace tiempo un ajuste.

LA MADRE AMBIVALENTE

En nuestro cuento, los instintos de la mamá pata la obligan a alejarse y aislarse. Se siente atacada por el hecho de tener un hijo distinto. Se siente emocionalmente dividida y, como consecuencia de ello, se derrumba y deja de preocuparse por el extraño hijo. Aunque al principio intenta mantenerse firme, la «otredad» del patito pone en peligro su seguridad dentro de la comunidad y entonces esconde la cabeza y se zambulle.

¿No habéis visto alguna vez a una madre obligada a tomar semejante decisión si no en su totalidad, por lo menos en parte? La madre se doblega a los deseos de la aldea en lugar de tomar partido por su hijo. En la actualidad muchas madres siguen actuando de acuerdo con los antiguos temores de las mujeres que las han precedido a lo largo de los siglos; ser excluida de la comunidad equivale a ser ignorada y mirada con recelo en el mejor de los casos y ser perseguida y destruida en el peor. Una mujer en semejante ambiente suele intentar moldear a su hija de tal manera que se comporte «como es debido» en el mundo exterior… esperando con ello salvar a su hija y salvarse a sí misma del ataque.

De esta manera, la madre y la hija están divididas. En «El patito feo», la mamá pata está psíquicamente dividida y ello da lugar a que se sienta atraída en distintas direcciones. En eso consiste precisamente la ambivalencia. Cualquier madre que haya sido atacada alguna vez se identificará con ella. Una atracción es su deseo de ser aceptada por su aldea. Otra es su instinto de supervivencia. La tercera es su necesidad de reaccionar ante el temor de que ella y su hija sean castigadas, perseguidas o matadas por los habitantes de la aldea. Este temor es una respuesta normal a una amenaza anormal de violencia psíquica o física. La cuarta atracción es el amor instintivo de la madre por su hija y su deseo de proteger a esta hija.

En las culturas punitivas es frecuente que las mujeres se debatan entre el deseo de ser aceptadas por la clase dominante (su aldea) y el amor a su hijo, tanto si se trata de un hijo simbólico como si se trata de un hijo creativo o de un hijo biológico. La historia es muy antigua. Muchas mujeres han muerto psíquica y espiritualmente en su afán de proteger a un hijo no aceptado, el cual puede ser su arte, su amante, sus ideas políticas, sus hijos o su vida espiritual. En casos extremos las mujeres han sido ahorcadas, quemadas en la hoguera y asesinadas por haber desafiado los preceptos de la aldea y haber protegido al hijo no sancionado.

La madre de un hijo que es distinto tiene que poseer la resistencia de Sísifo, el terrorífico aspecto de los cíclopes y el duro pellejo de Calibán (4) para poder ir a contracorriente de una cultura estrecha de miras. Las condiciones culturales más destructivas en las que puede nacer y vivir una mujer son aquellas que insisten en la necesidad de obedecer sin consultar con la propia alma, las que carecen de comprensivos rituales de perdón, las que obligan a la mujer a elegir entre su alma y la sociedad, aquellas en las que las conveniencias económicas o los sistemas de castas impiden la compasión por los demás, en las que el cuerpo es considerado algo que hay que «purificar» o un santuario que se rige por decretos, en las que lo nuevo, lo insólito o lo distinto no suscita el menor placer, en las que la curiosidad y la creatividad son castigadas y denostadas en lugar de ser premiadas o en las que sólo se premian si el sujeto no es una mujer, aquellas en las que se cometen actos dolorosos contra el cuerpo, unos actos que, encima, se llaman sagrados, o aquellas en las que la mujer es castigada injustamente «por su bien» (5), tal como lacónicamente dice Alice Miller, y en las que el alma no se considera un ente de pleno derecho.

Es posible que la mujer que tiene en su psique esta madre ambivalente ceda con demasiada facilidad y tema asumir una postura, exigir respeto, ejercer su derecho a hacer las cosas, aprenderlas y vivirlas a su manera.

Tanto si estas cuestiones derivan de una estructura interior como si proceden de la cultura exterior, para que la función materna pueda resistir semejantes presiones, la mujer tiene que poseer ciertas cualidades agresivas que en muchas culturas se consideran masculinas. Por desgracia, durante varias generaciones la madre que deseaba ganar el aprecio de los demás para su propia persona y para sus hijos necesitaba las cualidades que le estaban expresamente prohibidas: vehemencia, intrepidez y fiereza.

Para que una madre pueda criar satisfactoriamente a un hijo que, en sus necesidades psíquicas y anímicas, es ligera o considerablemente distinto de lo que manda la cultura dominante, tiene que hacer acopio de ciertas cualidades heroicas. Como las heroínas de los mitos, tiene que ser capaz de encontrar y adueñarse de estas cualidades en caso de que no estén autorizadas, tiene que guardarlas y soltarlas en el momento adecuado y tiene que defender su propia persona y aquello en lo que cree. No hay prácticamente ninguna manera de prepararse para eso como no sea armándose de valor y entrando en acción. Desde tiempo inmemorial un acto considerado heroico ha sido el remedio de la entontecedora ambivalencia.


LA MADRE DERRUMBADA


Al final, la mamá pata ya no puede soportar el acoso que sufre el hijo que ella ha traído al mundo. Pero lo más revelador es que ya no puede tolerar el tormento que a ella misma le causa la comunidad como consecuencia de sus intentos de proteger a su «extraño» hijo. Y entonces se derrumba y le grita al patito: «Ojalá te fueras de aquí.» Y el desventurado patito se va.

Cuando una madre se derrumba psicológicamente, significa que ha perdido el sentido de sí misma. Puede ser una malvada madre narcisista que se considera con derecho a ser una niña. Pero lo más probable es que se haya visto separada del Yo salvaje y se haya derrumbado debido al temor a una amenaza real de carácter psíquico o físico.

Cuando las personas se derrumban, suelen resbalar hacia uno de los tres estados emocionales siguientes: un lío (están confusas), un revolcadero (creen que nadie comprende debidamente su tormento) o un pozo (una repetición emocional de una antigua herida, a menudo una injusticia no reparada y por la que nadie pagó, cometida con ellas en su infancia).

Para conseguir que una madre se derrumbe hay que provocar en ella una división emocional. Desde tiempo inmemorial, el medio más utilizado ha sido el de obligarla a elegir entre el amor a su hijo y el temor al daño que la aldea pueda causarles a ella y a su hijo si no se atiene a las reglas. En La decisión de Sophie de William Styron, la heroína Sophie, es una prisionera en un campo de exterminio nazi. Comparece ante la presencia del comandante nazi con sus dos hijos en brazos. El comandante la obliga a elegir cuál de sus hijos se salvará y cuál de ellos morirá, diciéndole que, si se niega a hacerlo, ambos niños morirán.

Aunque semejante elección sea impensable, se trata de una opción psíquica que las madres se han visto obligadas a hacer a lo largo de los siglos. Cumple las reglas y mata a tus hijos o atente a las consecuencias. Y así sucesivamente. Cuando una madre se ve obligada a elegir entre su hijo y la cultura, nos encontramos en presencia de una cultura terriblemente cruel y desconsiderada. Una cultura que exige causar daño a una persona para defender sus propios preceptos es verdaderamente una cultura muy enferma. Esta «cultura» puede ser aquella en la que vive la mujer, pero lo más grave es que también puede ser la que ella lleva consigo en el interior de su mente.

Hay innumerables ejemplos literales de ello en todo el mundo (6) y algunos de los más infames se dan en el continente americano, donde ha sido tradicional obligar a las mujeres a separarse de sus seres queridos y de las cosas que aman. En los siglos XVIII, XIX y XX hubo la larga y espantosa historia de la ruptura de las familias obligadas a someterse a la esclavitud. En los últimos siglos las madres han tenido que entregar sus hijos a la patria en tiempo de guerra y, encima, alegrarse de ello. Las forzadas «repatriaciones» se siguen produciendo hoy en día (7).

En todo el mundo y en distintas épocas se ha prohibido a las mujeres amar y dar cobijo a quien ellas quieren y en la forma que desean.

Una de las opresiones contra la vida espiritual de las mujeres de la que menos se habla es la de millones de madres solteras en todo el mundo, incluso en Estados Unidos, que, sólo en este siglo, se han visto obligadas por la moral dominante a ocultar su condición o a esconder a sus hijos o bien a matarlos o a renunciar a ellos o a vivir mal bajo una falsa identidad como ciudadanas humilladas y privadas de todo derecho ( 8 ) .

Durante muchas generaciones las mujeres han aceptado el papel de seres humanos legitimizados a través de su matrimonio con un hombre. Se han mostrado de acuerdo en que una persona no es aceptable a menos que así lo decida un hombre. Sin la protección «masculina» la madre es vulnerable. Es curioso que en «El patito feo» al padre se le mencione sólo una vez cuando la madre está empollando el huevo del patito feo y se queja del comportamiento del padre de sus crías: «El Muy bribón no ha venido a visitarme ni una sola vez.» Durante Mucho tiempo en nuestra cultura —lamentablemente y por distintas razones (9)— el padre no ha podido o no ha querido, por desgracia, estar «disponible» para nadie, ni siquiera para sí mismo. Se podría decir con razón que, para muchas niñas salvajes, el padre era un hombre derrumbado, una simple sombra que todas las noches se colgaba en el armario junto con su abrigo.

Cuando una mujer tiene en el interior de su psique o en la cultura en la que vive la imagen de una madre derrumbada, suele dudar de su propia valía. Puede pensar que el hecho de escoger entre la satisfacción de sus exigencias externas y las exigencias de su alma es una cuestión de vida o muerte. Puede sentirse como una atormentada forastera que no pertenece a ningún lugar, lo cual es relativamente normal en un exiliado, pero lo que en modo alguno es normal es sentarse a llorar sin hacer nada al respecto. Hay que levantarse e ir en busca del lugar al que una pertenece. Para un exiliado, éste es siempre el siguiente paso y, para una mujer con una madre derrumbada en su interior, es el paso esencial. La mujer que tiene una madre derrumbada, debe negarse a convertirse en lo mismo.


LA MADRE NIÑA O LA MADRE NO MIMADA


La imagen representada por la mamá pata del cuento es, como se puede ver, muy ingenua y poco sofisticada. La clase más habitual de madre frágil es con mucho la de la madre no mimada. En el cuento, la que tanto insistía en tener hijos es la que más tarde se aparta de su hijo. Hay muchas razones por las cuales un ser humano o una madre psíquica se puede comportar de esta manera. Puede tratarse de una mujer que no ha sido mimada. Puede ser una madre frágil, muy joven o muy ingenua desde un punto de vista psíquico.

Puede estar psíquicamente lastimada hasta el extremo de considerarse indigna de ser amada incluso por un niño. Puede haber estado tan torturada por su familia y su cultura que no se considere digna de tocar la orla del arquetipo de la «madre radiante» que acompaña a la nueva maternidad. Como se ve, no hay vuelta de hoja: a una madre se la tiene que mimar para que mime a su vez a sus hijos. A pesar de que una mujer tiene un inalienable vínculo espiritual y físico con sus hilos, en el mundo de la Mujer Salvaje instintiva, ésta no se convierte por sí sola de golpe y porrazo en una madre temporal plenamente formada.

En tiempos antiguos, las cualidades de la naturaleza salvaje se solían transmitir a través de las manos y las palabras de las mujeres que cuidaban a las jóvenes madres. Sobre todo las madres primerizas llevan dentro, no una experta anciana sino una madre niña. Una madre niña puede tener cualquier edad, dieciocho o cuarenta y tantos años, da lo mismo. Todas las madres primerizas son madres niñas al principio. Una madre niña es lo bastante mayor como para tener hijos y sus buenos instintos siguen la dirección apropiada, pero precisa de los cuidados de una mujer de más edad o de unas mujeres que la estimulen, la animen y la apoyen en el cuidado de sus retoños.

Durante siglos este papel ha estado reservado a las mujeres mas viejas de la tribu o la aldea. Estas «madres—diosas» humanas que posteriormente fueron relegadas por las instituciones religiosas al papel de «madrinas» constituían un sistema nutritivo esencial de hembra—a—hembra que alimentaba a las jóvenes madres en particular, enseñándoles cómo alimentar a su vez la psique y el alma de sus hijos. Cuando el papel de la madre—diosa se intelectualizó un poco más, el término «madrina» pasó a significar una persona que se encargaba de que el niño no se apartara de los preceptos de la Iglesia. Muchas cosas se perdieron en esta trasmigración.

Las ancianas eran las depositarías de una sabiduría y un comportamiento que podían transmitir a las jóvenes madres. Las mujeres se transmiten esta sabiduría las unas a las otras con las palabras, pero también por otros medios. Una simple palabra, una mirada, un roce de la palma de la mano, un murmullo o una clase especial de afectuoso abrazo son suficientes para transmitir complicados mensajes acerca de lo que se tiene que ser y el cómo se tiene que ser.

El yo instintivo siempre bendice y ayuda a las que vienen detrás. Es lo que ocurre entre las criaturas sanas y los seres humanos sanos. De esta manera, la madre—niña cruza el umbral del círculo de las madres maduras que la acogen con bromas, regalos y relatos.

Este círculo de mujer—a—mujer era antaño el dominio de la Mujer Salvaje y el número de afiliadas era ilimitado; cualquiera podía pertenecer a él. Pero lo único que nos queda hoy en día de todo eso es el pequeño vestigio de la fiesta que suele preceder al nacimiento de un niño y en la que todos los chistes sobre partos, los regalos a la madre y los relatos de carácter escatológico se concentran en unas dos horas, de las cuales una mujer no podrá volver a disfrutar a lo largo de toda su vida de madre.

En casi todos los países industrializados actuales, la joven madre Pasa por el embarazo y el parto e intenta cuidar de su hijo en solitario. Es una tragedia de enormes proporciones. Puesto que muchas mujeres son hijas de madres frágiles, madres—niñas y madres no mimadas, es muy posible que posean un estilo interno de «cuidados maternales» parecido al de sus madres.

Es muy probable que la mujer que tiene en su psique la imagen de una madre—niña o una madre no mimada o que la tiene glorificada por la cultura y conservada en activo en la familia experimente presentimientos ingenuos, falta de experiencia y, sobre todo, un debilitamiento de la capacidad instintiva de imaginar lo que ocurrirá dentro de una hora, una semana, un mes, uno, cinco o diez años.

La mujer que lleva dentro una madre—niña adopta el aire de una niña que se las quiere dar de madre. Las mujeres que se encuentran en esta situación suelen poner de manifiesto una actitud generalizada de «viva todo», una variedad de hipermaternalismo en la que se esfuerzan por «hacerlo todo y serlo todo para todo el mundo». No pueden guiar ni apoyar a sus hijos, pero, al igual que los hijos del granjero de «El patito feo» que se alegran tanto de tener aquella criatura en la casa pero no saben prodigarle los cuidados que necesita, la madre—niña acaba dejando a su hijo sucio y apaleado. Sin darse cuenta, la madre—niña tortura a sus hijos con varias modalidades de atención destructiva y, en algunos casos, por falta de la necesaria atención.

A veces la madre frágil es a su vez un cisne que ha sido criado por unos patos. No ha conseguido descubrir su verdadera identidad lo bastante temprano como para que sus hijos se puedan beneficiar de ello. Después, cuando su hija tropieza con el gran misterio de la naturaleza salvaje de lo femenino en la adolescencia, ella también experimenta punzadas de identificación e impulsos de cisne. La búsqueda de identidad por parte de la hija puede dar lugar al comienzo de un viaje «virginal» de la madre en busca de su yo perdido. Entre madre e hija habrá por tanto en el sótano de la casa dos espíritus salvajes dándose la mano en espera de que los llamen desde arriba.

Éstas son por consiguiente las cosas que pueden torcerse cuando la madre se ve apartada de su naturaleza instintiva. Pero no hay que suspirar demasiado fuerte ni durante demasiado tiempo, pues todo eso tiene remedio.


LA MADRE FUERTE LA HIJA FUERTE


El remedio consiste en mimar amorosamente a la joven madre que una lleva dentro, lo cual se consigue por medio de mujeres del mundo exterior más sabias y maduras, preferentemente templadas como el acero y robustecidas por el fuego tras haber pasado por lo que han tenido que pasar. Cualquiera que sea el precio que se tenga que pagar incluso hoy en día, sus ojos ven, sus oídos oyen, sus lenguas hablan Y son amables.

Aunque hayas tenido la madre más maravillosa del mundo es posible que, al final, llegues a tener más de una. Tal como tantas veces les he dicho a mis hijas: «Sois hijas de una madre, pero, con un poco de suerte, tendréis más de una. Y, entre ellas, encontraréis casi todo lo que necesitáis.» Sus relaciones con todas las madres serán probablemente de carácter progresivo, pues la necesidad de guía y de consejo nunca termina ni conviene que termine desde el punto de vista de la profunda vida creativa de las mujeres (10).

Las relaciones entre las mujeres, tanto si son entre mujeres que comparten la misma sangre como si son entre compañeras psíquicas, entre analista y paciente, profesora y alumna o almas gemelas, son relaciones de parentesco de la máxima importancia.

Aunque algunos de los que escriben sobre psicología en la actualidad afirmen que el abandono de la matriz materna es una hazaña que, si no se cumple, contamina para siempre a la mujer y aunque otros digan que el desprecio hacia la propia madre es algo beneficioso para la salud mental del individuo, en realidad la imagen y el concepto de la madre salvaje no se puede ni se debe abandonar jamás, pues la mujer que lo hace abandona su naturaleza profunda, la que contiene toda la sabiduría, todas las bolsas y las semillas, todas las agujas para remendar, todas las medicinas para trabajar y descansar, amar y esperar.

Más que deshacernos de la madre, nuestra intención tiene que ser la de buscar a una madre sabia y salvaje. No estamos y no podemos estar separadas de ella. Nuestra relación con esta madre espiritual tiene que girar incesantemente, tiene que cambiar incesantemente y es una paradoja. Esta madre es la escuela en la que hemos nacido, una escuela en la que somos simultáneamente alumnas y profesoras durante toda la vida. Tanto si tenemos hijos como si no, tanto si cultivamos el jardín como si cultivamos la ciencia o el vibrante mundo de la poesía, siempre tropezaremos con la madre salvaje en nuestro camino hacia otro lugar. Y así tiene que ser.

Pero ¿qué decir de la mujer que ha pasado realmente por la experiencia de una madre destructiva en su infancia? Por supuesto que este período no se puede borrar, pero se puede suavizar. No se puede endulzar, pero ahora se puede reconstruir debidamente y con toda su fuerza. No es la reconstrucción de la madre interior lo que tanto asusta a muchas sino el temor de que haya muerto algo esencial, algo que jamás podrá volver a la vida, algo que no recibió alimento porque la madre psíquica estaba muerta. A estas mujeres les digo que se tranquilicen porque no están muertas ni mortalmente heridas.

Tal como ocurre en la naturaleza, el alma y el espíritu cuentan con unos recursos sorprendentes. Como los lobos y otras criaturas, el alma y el espíritu pueden vivir con muy poco y a veces pueden pasarse mucho tiempo sin nada. Para mí, éste es el milagro más grande que Puede haber. Una vez yo estaba trasplantando un seto vivo de lilas. Un gran arbusto había muerto por misteriosas razones, pero los demás estaban cubiertos de primaverales flores moradas. Cuando lo saqué de la tierra, el arbusto muerto crujía como las quebradizas cáscara, de los cacahuetes. Descubrí que su sistema de raíces estaba unido a los de las restantes lilas vivas que bordeaban toda la valla.

Pero lo más sorprendente fue descubrir que el arbusto muerto era la «madre». Sus raíces eran las más viejas y fuertes. Todos sus hijos mayores se encontraban de maravilla a pesar de que ella estaba patas arriba, por así decirlo. Las lilas se reproducen con el llamado sistema de chupón, por lo que cada árbol es un vástago M progenitor inicial. Con este sistema, si la madre falla, el hijo puede sobrevivir. Ésta es la pauta y la promesa psíquica para las mujeres que no han tenido cuidados maternales o han tenido muy pocos, y también para aquellas cuyas madres las han torturado. Aunque la madre caiga, aunque no tenga nada que ofrecer, la hija se desarrollará, crecerá independientemente y prosperará.


NOTAS:

1. Aunque algunos analistas junguianos consideran que Andersen era un “neurótico” cuya obra no merecía estudiarse, yo creo que ésta y, sobre todo, los temas de los cuentos que elegía para embellecerlos, son muy importantes, pues reflejan el sufrimiento de los niños y el sufrimiento del Yo del alma. Esta sección y este desmenuzamiento del alma juvenil no es sólo un tema habitual en el tiempo y el lugar en los que Andersen vivió. Sigue siendo una cuestión esencial del alma en todo el mundo. Aunque el tema de los malos tratos al alma y al espíritu de los niños, los adultos o los ancianos puede ser objeto de menosprecio como consecuencia de sus intelectualizaciones románticas, yo creo que Andersen lo afronta con honradez. La psicología clásica en general se adelanta a la comprensión por parte de la sociedad de la extensión y profundidad de los malos tratos infantiles en las distintas clases y culturas. Y los cuentos de hadas se adelantan a la psicología en el descubrimiento del daño deliberado que los seres humanos se causan entre sí.

2. El narrador rústico de cuentos es el que tiende a no tener demasiadas capas de cinismo y conserva el sentido común y también el sentido del mundo nocturno. Según esta definición, un individuo instruido que se ha criado en una metrópoli de asfalto podría ser un rústico. La palabra se refiere más al estado mental que al hábitat físico del individuo. En mi infancia, oí contar El patito feo por boca de “las tres Katies”, mis ancianas tías paternas, todas ellas rústicas.

3. Ésta es una de las principales razones por las que un adulto se somete a un análisis o a un auto análisis: para clasificar y ordenar los factores y complejos paternos, culturales y arquetípicos de tal forma que, como en los cuentos de La Llorona, el río se mantenga lo más limpio posible.

4. Sísifo, el Cíclope y Calibán, las tres figuras masculinas de la mitología griega, son conocidos por su resistencia y fiereza y por la dureza de su piel. En las culturas en las que no se permite que las mujeres se desarrollen en todas direcciones, se suelen reprimir en ellas estas llamadas cualidades masculinas. Cuando se produce una inhibición psíquica y cultura¡ del desarrollo masculino en las mujeres, éstas se ven apartadas del cáliz, el estetoscopio, el pincel, la bolsa del dinero, los cargos políticos, etc.

5. Véanse las obras de Alice Miller: Drama of the Gifted Child, For Your Own Good, Thou Shalt Not Be Aware.

6. Para demostrar este aserto, no hace falta que los ejemplos del alejamiento de la mujer de su propia manera de trabajar y vivir sean dramáticos. Entre los más recientes figuran las leyes que dificultan o impiden que una mujer (o un hombre) se gane el sueldo en casa, permaneciendo simultáneamente cerca del mundo del trabajo, el hogar y los hijos. Las leyes que impiden que el individuo mantenga la cohesión del trabajo, la familia y la vida personal ya hace tiempo que tendrían que haberse modificado.

7. Hay todavía mucha esclavitud en el mundo. A veces no se llama así, pero, cuando una persona no es libre de “irse” y es castigada si “huye”, no cabe duda de que estamos en presencia de la esclavitud. Cuando una persona se ve obligada a realizar un trabajo doloroso o a hacer unas elecciones humillantes que no redundan en su propio beneficio sino que simplemente le sirven para subsistir o recibir una mínima protección, también estamos en presencia de una esclavitud. Bajo las esclavitudes de todas clases las familias y los espíritus se quiebran y se pierden durante muchos años, cuando no para siempre.

Pero también existe todavía la esclavitud propiamente dicha. Una persona que estuvo recientemente en una isla del Caribe me contó que en uno de los hoteles de lujo de allí acababa de llegar un príncipe de Oriente Medio con todo su séquito en el que figuraban numerosas esclavas. Todo el personal del hotel corría de un lado para otro, tratando de impedir que se cruzaran en el camino de un conocido representante negro del movimiento en favor de los Derechos Civiles de Estados Unidos que también se alojaba en el hotel.

8. Entre ellas había madres niñas de tan sólo doce años, adolescentes, mujeres maduras, mujeres embarazadas después de una noche de amor, una noche de placer o una noche de amor y placer, víctimas de incestos y violaciones, todas ellas maltratadas y duramente atacadas por una cultura firmemente dispuesta a perjudicar tanto al hijo como a la madre con la difamación y el ostracismo.

9. Varios autores han escrito acerca de este tema. Véanse las obras de Robert Bly, Guy Corneau, Douglas Gillette, Sam Keen, John Lee, Robert L. Moore, etc.

10. Es uno de los mitos más estúpidos que existen acerca del envejecimiento, el de que una mujer se convierte en una persona tan completa que ya no necesita nada y es una fuente de toda suerte de cosas para los demás. No, la mujer es como un árbol que necesita agua y aire por muy viejo que sea. La anciana es como el árbol; no hay ningún punto final, ningún término repentino, sino más bien un desarrollo de las raíces y las ramas y, con los debidos cuidados, mucho florecimiento.

11. Me lo facilitó mi amiga española y alma gemela Faldiz.

12. Jung utilizaba este término para referirse al tonto inocente de los cuentos de hadas que casi siempre desaparece al final.

13. De jan Vanderburgh, comunicación personal.

14. Ha habido en la psicología junguiana un prejuicio que puede oscurecer el diagnóstico de un grave trastorno y es el de que la introversión es un estado normal cualquiera que sea el grado de mortal apatía del individuo. A veces, un silencio mortal que a veces se interpreta como una introversión oculta con frecuencia un profundo drama. Cuando una mujer es “tímida” o profundamente “introvertida” o dolorosamente “modesta”, conviene mirar bajo la superficie para ver si es algo de carácter innato o si se trata de una lesión.

15. Carolina Delgado, asistenta social junguiana y artista de Houston, utiliza ofrendas como bandejas de arena a modo de instrumentos proyectivos para evaluar el estado psíquico del individuo.

16. La lista de mujeres “distintas” es muy larga. Pensemos en cualquier modelo por antonomasia de los últimos siglos y veremos que a menudo se trata de personas que se encontraban al margen o pertenecían a un subgrupo o estaban fuera de la corriente principal.






lunes, 22 de abril de 2024

EL CÓDICE JUNG.

 De cómo Jung llegó a poseer "El evangelio de la verdad" [E. Apócrifo].

Mira un video al respecto haciendo click aquí


El gran tema de la gnosis de las primeras épocas del Cristianismo, al que Jung se dedicó intensamente durante algunos años en el decisivo período de su madurez, antes de concentrarse en el examen de la utilidad de la alquimia para la psicoterapia, ingresaría nuevamente, y de manera inesperada, en el campo de su interés, durante el último período de su vida. El motivo fue en principio un hecho externo. A comienzos de 1948 se difunde la noticia de que tres años antes se habían hallado, no lejos de Nag Hammadi, en el norte de Egipto, en las inmediaciones de la antigua Khenoboskion y a unos cien kilómetros al norte de las ruinas del templo de Luxor, varios manuscritos gnósticos originales redactados en copto. Entre los científicos, y especialmente entre los estudiosos del gnosticismo, la noticia causa sensación, lo mismo que el descubrimiento de los manuscritos de Qumrån junto al Mar Muerto, más o menos en la misma época, entre los estudiosos del Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero los textos gnósticos hallados tuvieron mayor importancia, y el interés de los especialistas fue mayor debido a que el conocimiento que se tenía de aquella antigua «religión universal» y de aquel movimiento espiritual del Cristianismo temprano sólo había podido apoyarse en las citas de autores eclesiásticos enemigos de los heterodoxos y antagonistas del gnosticismo. Se suscita así la justificada esperanza de verificar la fiabilidad de aquellos textos y, en general, de poder profundizar en el conocimiento de la traducción gnóstica. Los textos fueron hallados dentro de una gran ánfora. Se trata de trece códices que contienen cincuenta y tres escritos de diversos temas y abarcan en total mil ciento cincuenta y tres páginas. Es muy posible que deriven de los textos traducidos del griego al copto en la segunda mitad del siglo IV. Cuarenta y uno de los manuscritos eran hasta entonces enteramente desconocidos.


De la historia -que abarca décadas y ofrece muchas vicisitudes- de la obtención, la utilización científica y la publicación de ese singular hallazgo interesan con respecto a la biografía de Jung, los siguientes hechos.

El primer códice, que contiene cinco textos, llegó a ser propiedad primero del anticuario belga Albert Eid. Este permitió que los eruditos Jean Doresse y Togo Mina verificaran cada uno de los textos, entre los cuales se hallaba el que por sus palabras iniciales es conocido como Evangelium veritatis [Evangelio de la verdad]. No se trata, sin embargo, de un nuevo texto evangélico, sino de un tratado de predicación de las ideas gnósticas. Los demás escritos son: una carta apócrifa de Santiago un tratado acerca de la resurrección, conocido también como Carta a Regino; un tratado en tres partes acerca del cielo, la creación y el hombre; y, finalmente, una supuesta carta del apóstol Pablo.

En el invierno de 1947-1948, esto es, de forma relativamente temprana, la obra, de ciento cuarenta y cuatro páginas, es ofrecida en venta por doce mil dólares a la Bollingen-Foundation de Nueva York. Pero la fundación, que apoya la obra de Jung, rechaza el ofrecimiento. Como se teme que este códice -aparte del destino que tuviesen los otros doce- permanezca durante mucho tiempo fuera del alcance de los científicos, un joven profesor de colegio, historiador de la Iglesia y especialista en gnosis, el holandés Gilles Quispel, que más tarde sería profesor de historia antigua de la Iglesia en la Universidad de Utrecht, interviene como mediador. Jung y él se conocen de las Jornadas Eranos. En 1951, en el recientemente fundado Instituto Jung, de Zurich, habla de la gnosis como religión universal y ofrece una caracterización provisional de los códices de Nag Hammadi, que se daban a conocer con mucha lentitud. Fueron necesarias largas negociaciones con el propietario belga del códice I, con el gobierno egipcio, con el museo copto de El Cairo y con un posible comprador o donante.

Indudablemente, las conferencias pronunciadas en Zurich por Quispel interesaron mucho a quienes formaban el círculo de allegados a Jung. El último propietario fallece entretanto y debe localizarse el nuevo paradero del códice. Quispel hace intensos esfuerzos por asegurar para la ciencia lo más rápidamente posible la valiosa pieza. A pesar del fracaso inicial, tiene sus esperanzas puestas en la Fundación Bollingen de los Estados Unidos, conocida por su generosidad. Quispel informa detalladamente acerca de los progresos posteriores, aunque en aquellos momentos se desconoce aún bastante acerca del contenido y el valor del manuscrito que se procura adquirir.

«En vista de ello me puse en contacto con el profesor C. G. Jung, en Zurich, el cual con la mejor disposición dirigió a la Fundación Bollingen varias cartas en las cuales destacaba la importancia del códice y sugería a la institución que lo adquiriese. Entretanto yo había averiguado que el manuscrito contenía cuatro (!) textos, uno de los cuales se titulaba Evangelio de la verdad. Más allá de ese título era muy poco lo que se sabía. Todos nuestros vivos esfuerzos se basaban en la suposición de que ese Evangelio de la verdad podía ser el mismo Evangelium Veritatis acerca del cual Ireneo, uno de los Padres de la Iglesia (180 d.C.), informa que era utilizado entre los discípulos del gnóstico Valentino. Finalmente, en agosto de 1950, al final de todas esas investigaciones pude averiguar en Paris, por encargo del Instituto Bollinger, que el códice estaba guardado en una caja fuerte de Bruselas. El 19 de julio de 1951 el doctor C. A. Meier, de Zurich, obtuvo la dirección del nuevo propietario y averiguó el precio que éste pedía por el códice. En agosto de 1951 se acordó en Ascona que la Fundación Bollingen proporcionaría la suma necesaria para la compra, y se me pidió que estableciese si el manuscrito era auténtico o falso y si valía lo que se pedía por él. La verificación fue realizada por especialistas en 1952, en St. Idesbald (Coxyde)... De pronto el propietario solicitó una prórroga, apareciendo inquietantes indicios de que se habían presentado otros interesados, los cuales, si no habían ofrecido ya una suma más elevada, en todo caso estaban negociando en ese sentido. Entonces la Fundación Bollingen fijó condiciones distintas, comprensibles en si mismas, para la compra; así, en ese momento ya no había mucha prisa por lograr un entendimiento. Parecía que todos los esfuerzos realizados en los cuatro años precedentes hubiesen sido vanos, y que nuestros empeños hubiesen fracasado. En ese crítico momento el doctor C. A. Meier, actuando con gran energía, prestó a la ciencia un verdadero servicio. Habló acerca de la situación con George D. Page, de Walliselen, que se mostró como un nuevo mecenas, reuniendo la suma para la compra. El resultado de ello fue que el 10 de mayo de 1952 el códice pudo ser adquirido en Bruselas para el Instituto C. G. Jung...». El importe total de la compra ascendió a 35.000 francos suizos. Pasó más o menos un año y medio hasta que el Instituto C. G. Jung dio a conocer públicamente su nueva adquisición. Así lo acordaron con G. Quispel y Henri-Charles Puech, el historiador de las religiones parisino. El 15 de noviembre de 1953, en el marco de una pequeña fiesta celebrada en la sede de la asociación, junto al Rüden, el manuscrito le fue entregado a Jung. «La fiesta, que ni organicé ni aprecié, tenía escasa relación con el hecho. pero me convencieron de que al final dijera algunas palabras acerca de la relación entre la gnosis y la psicología», le cuenta Jung a su amigo inglés Victor White, dado que incluso el Times se había hecho eco de la noticia. Esta referencia al códice, en cierto modo fría, parece sugerir que Jung subestima el verdadero valor del manuscrito. Pero no es así. En esos momentos, Jung sólo sabe de cuatro de los textos, que en realidad son cinco, y de esos cuatro conoce sólo uno, el importantísimo Evangelio de la verdad. Ese mismo año Quispel hallaría en El Cairo algunas de las páginas que faltaban del códice Jung, entre manuscritos procedentes de otros lugares.

En su alocución, en la que da las gracias a todos aquellos que han hecho posible la adquisición y han allanado el camino para concretarla, Jung considera la importancia de los textos gnósticos desde el punto de vista de la psicología de la religión. Ve, en tal sentido, en el Evangelium Veritatis uno de los «muchos fenómenos de recepción en los que se procuró asimilar el contenido, extraño y de difícil comprensión, de la Revelación cristiana en el nivel del mundo espiritual egipcio y helenístico de aquel entonces», El fenómeno de recepción consiste, para Jung, en aquellas reacciones especiales de la psique humana de un tiempo o de una época determinados, suscitadas por la figura y el mensaje de Cristo en el encuentro con el mundo pagano de la Antigüedad grecolatina. Se expresan por ejemplo mediante ciertos símbolos, sea el pez, los leones, la serpiente o el Salvador. Estos símbolos transmiten a los hombres un conocimiento (gnosis) que produce la liberación, y proyecta de esa manera una luz en el inconsciente. Al ponerse éste en movimiento ante la aparición de Jesucristo, responde con imágenes arquetípicas y manifiesta de esa manera cuán profundamente penetró en la psique humana la epifanía cristiana. Se trata de algo más que una teología, la cual sólo satisface las necesidades racionales, sin poder operar la transformación o conversión (metanoia) reclamada en el Antiguo Testamento. Jung señala que la explicación gnóstica de la aparición de Cristo y su intento de profundizar la iluminación por medio de la gnosis no tuvieron demasiado éxito. Por otra parte, de manera relativamente temprana, esto es, más o menos a mediados del siglo II, la Iglesia opuso resistencia a la «gnosis universal» y combatió sin concesiones a los gnósticos, considerándolos como unos peligrosos herejes. Pero a pesar de la represión, aquellos fenómenos de recepción gnóstica se conservaron hasta la época moderna, y gracias a muchas transformaciones (o metamorfosis) de sus propias manifestaciones, la gnosis ha podido sobrevivir. Tal como entre los judíos la cábala hizo resucitar una gnosis originaria, del mismo modo la filosofía natural hermética, la alquimia, representa un fenómeno de recepción histórica análogo al de la gnosis de las primeras épocas del Cristianismo. Concluye Jung:

«Así como para la explicación de los fenómenos modernos es muy importante su comparación con las etapas históricas anteriores, del mismo modo el descubrimiento de antiguos textos gnósticos auténticos tiene para nuestra orientación investigadora el mayor interés, y tanto más cuanto que tal interés no es sólo de naturaleza teórica sino también práctica.»

De este modo, Jung, con su psicología analítico-arquetípica, se inserta en la tradición de la auténtica gnosis. Por equívoca que semejante afirmación pueda resultar separada de su contexto, se ve en ella una vivacidad espiritual en la que las fuerzas fundamentales en el dominio anímico y espiritual se manifiestan operantes; Jung y los que trabajan de acuerdo con sus métodos no tienen, pues, nada que temer de esa caracterización."

Tomado de: Wehr Gerhard. Carl Gustav Jung. Su vida, su obra, su pensamiento. Ed. Paidós. Barcelona 1991. Pgs 349-353

Transcripción de Lisímaco Henao H. Casa Jung 2024.

martes, 19 de marzo de 2024

SEMINARIO: Psique y Arquetipos. Los arquetipos como Jung los planteó.

El término arquetipo se ha popularizado, aunque no siempre bien entendido. Se usa mucho como sinónimo de "estereotipo", es decir, todo lo contrario, se confunde con las "imágenes arquetípicas" -en contra de la advertencia del mismo Jung- e incluso, "se dan a luz" nuevos arquetipos que se califican como "junguianos", a pesar de responder sólo a necesidades puntuales de cada creador y sin que lo creado cumpla con los principios fundamentales de lo que en sí mismo es un arquetipo.

Al parecer se olvida fácilmente, o simplemente no se estudia, el presupuesto del psiquiatra suizo según el cual, los arquetipos habrían surgido debido a la repetición de experiencias fundamentales de la humanidad, tanto como suele olvidarse una frase suya bastante elocuente: "esas experiencias no son tantas como se piensa". 

Por ello atenderemos a los arquetipos desde su base en Jung, tomando aquellos de los que redactó cuidadosamente extensos trabajos, acumulando pruebas y experiencias de la clínica para su planteamiento. Puede extrañarles que falten en la lista los arquetipos de Madre y Padre, pero estos los estaremos tratando en una sesión inaugural, pública, en nuestro canal de youtube (estar atentos a un próximo anuncio). 

El costo de todo el seminario incluye el material de lectura y videos que se enviarán previamente.

Costo total: 520.000 pesos colombianos ó 140 dólares (Paypal)

Horario: 7 p.m. hora de Colombia. Haz el cambio para tu región dando click aquí

Fechas: 15, 22, 29 de abril, 6, 13 y 20 de mayo.

A continuación una imagen con los temas. 








 

lunes, 19 de febrero de 2024

CINE Y PSICOLOGÍA: "Trilogías de lo arquetipal en el cine. I. Intoxicados por Dionisos"

 Con Luis Galdona, Psiquiatra y Analista Junguiano SVAJ

Y Lisímaco Henao, Psicólogo y Analista Junguiano SCAJ


En 2023 les ofrecimos una lectura del Decálogo, de Kieslowski. Este año decidimos embarcarnos en una serie de trilogías basadas en películas elegidas por diversos criterios temáticos. 

Iniciaremos con tres grandes películas sobre el mundo de Dionisos, en particular las visiones del exceso dionisíaco que tres directores nos han mostrado. Lo dionisíaco, en la embriaguez física o espiritual, puede ser Liberador (Dionysus Eleutherius) u opresor en las adicciones.


Aunque las películas están disponibles en varias plataformas, nos aseguraremos de que puedan acceder a ellas mediante link.

Lunes...

Marzo 11: Otra ronda (Thomas Vinterberg, Dinamarca, 2020). 

Marzo 25: ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (Mike Nichols, E.U., 1966). 

Abril 8: Leaving Las Vegas (Mike Figgis, E.U. 1995)



Metodología: Las personas inscritas ven la película previamente y nos encontramos en fecha y hora por Zoom para su discusión.


Horario: 4 pm Caracas/ 3 pm Bogotá/10pm Europa.


Costo: 75 USD en total (25 USD por sesión). Cambio a moneda nacional según el precio oficial del día de pago. 


Medios de pago: PayPal, Zelle y cuentas bancarias en Venezuela y Colombia. 

INFORMES E INSCRIPCIONES

legaldona@gmail.com

eventos@jungcolombia.com


miércoles, 14 de febrero de 2024

Amor y estados de fusión

 AMOR Y ESTADOS DE FUSIÓN.

Lisímaco Henao H. Analista Junguiano SCAJ-IAAP


Cuando Eros se constela en la psique, se constela un fuerte deseo de fusión, ya una visión psicológica del mito lo anuncia: Eros es vinculación y conexión, y por lo tanto también una fuerza hacia lo más primitivo en nosotros, aquellos estados en los que la fusión fue la forma más literal de esa conexión. Por ello no estarían equivocados los freudianos al plantear que en la relación de pareja hay una activación de esa fusión narcisista con el cuerpo materno ¿Dónde podría haber un mejor modelo de vinculación -incluso hasta el extremo- que en esa primera experiencia del bebé, en la cual no se distinguía el hijo de la madre?. 


Con los junguianos, por otro lado, nos vamos incluso más atrás del cuerpo materno y la vivencia individual de esa fusión, una situación arquetípica de participación mística entre femenino y masculino que todo ser humano trae a este mundo, las sizigias alquímicas, la unión mística del dios y la diosa, símbolos con los que la psique alude a una totalidad ideal, apenas alcanzable para nosotros que vivimos en el plano humano y no en el de los arquetipos. En nuestro plano aspiramos a esa totalidad, ánima y animus -y todos los opuestos que ellos evocan-, se activan imantados por Eros cada que nos sentimos atraídos por ese otro que aparece, entonces, como promesa de salvación de este estado de división y fragmentación constante. 


Cuando nos enamoramos (incluso en la simple atracción), vamos más allá de las proyecciones maternas y paternas, vamos hacia los albores mismos de la consciencia, y hacia su fin deseado también, según se explica por la tendencia hacia la individuación. No busco a mamá o a papá en la pareja, busco una unidad que me llama desde el futuro, y de la cual lograré apenas un fragmento, el que me sea posible según mis condiciones. La sexualidad es, así, otro símbolo potente de esa tendencia y el amor -cuando también está presente-, la energía psíquica que acompaña al instinto erótico activado. Por ello afirmaba Jung que Eros era, por su lado ultravioleta, creador de arte, fantasías y espiritualidad, mientras que en su lado infrarrojo un daimon instintivo e incluso destructivo.


Fusión, como la lograda por el pez rape, es la destrucción del ser humano que busca su individuación (como el pez, en ese estado perdemos "los ojos", la consciencia), "fusión" es un estado inicial, pretérito, re-activado momentáneamente por el emparejamiento y el eros instintivo; complementariamente a ello, el aporte fundamental de la consciencia en el encuentro amoroso es el trabajo que propende hacia "la integración" de los opuestos ya diferenciados, que puede ser mucho más duradera pues protege esas diferenciaciones tan difícilmente logradas, contenidas y toleradas. De todos modos, nadie puede negar que esos momentos del símbolo instintivo, son altamente deseables, tanto, como podríamos desear la integración con el alma.

14 de febrero de 2024

miércoles, 7 de febrero de 2024

CUANDO ESTOY EN GUERRA, SACRIFICO LO MEJOR DE MI

Por Lisímaco Henao H. Analista Junguiano. 

Las metáforas de la guerra y la paz en la psique.


Los aspectos económicos de la guerra deberían obligarnos a retirar nuestro apoyo a esa solución a toda costa, sin embargo, aquí se encuentra el mundo, con dos frentes de guerra abiertos (Ucrania y Medio Oriente), y el coqueteo para un tercero (Coreas). 

Pocas reflexiones sobre la guerra han sido tan profundas en nuestros tiempos como la de Hillman ("Un terrible amor por la guerra"), en la que nos trae la famosa cita "La guerra es un fallo de la imaginación". Recientemente surgió una imagen en conversación un paciente, "una imaginación", diríamos, a partir de la guerra y sus efectos en nuestro interior. ¿Qué es lo que llegan a sacrificar los países involucrados en una guerra? La respuesta es triste: sacrifican a sus jóvenes, los recursos que serían básicos para la subsistencia de sus habitantes y sus recursos naturales (se queman bosques, se destruyen fuentes de agua para que el enemigo no pueda disfrutar de ellas, etc.). 


La reflexión terapéutica nos llevaba al hecho de que, al encontrarnos en guerra dentro de nosotros mismos, un sistema parecido se activa. En el cometido de controlar a la fuerza los propios impulsos, complejos o lo que sea que parezca imponerse desde dentro, ese desconocido que nos ataca, sacrificamos la energía emocional necesaria para relacionarnos coherentemente con nuestro entorno y con nosotros mismos. Perdemos nuestra fuerza juvenil (sacrificio de lo joven en nosotros) y comenzamos a parecer viejos amargados que tienen qué mantenerse alertas, enojados con todo lo que no se parezca a nuestros ideales egóicos, iracundos contra todo lo nuevo que emerge desde dentro. Entonces ejercemos más represión y, en ese esfuerzo de guerra, devastamos áreas enteras de nuestra naturaleza, nos obligamos a ser lo que no somos con tal de "parecer sanos" o de sostener la idea de que controlamos lo que, lo sabemos, está resultando incontrolable. Y como toda represión hace que una fuerza igualmente proporcional se levante en un intento de revolución psíquica de lo que quiere ser visto por la consciencia, la guerra se intensifica y tenemos qué buscar recursos de cualquier lado: la energía dedicada a la familia, a la pareja, al sexo, al trabajo. 

Este terrible marco, que he llevado hasta un extremo que, por fortuna, no todos llegamos a conocer, exige entonces un armisticio, algún tipo de tratado de paz que conduzca a una disminución del daño, pero para ello debemos acogernos a un principio que Jung se impone para su ejercicio analítico: si el método es realmente dialéctico, su principio ético podría resumirse en una pregunta ¿En qué medida ambas partes involucradas tienen la razón?. Esta pregunta se refiere a "ambas partes" del conflicto, es decir, al Yo consciente y a lo inconsciente. Lo que tenemos en frente es, entonces, una negociación. El esfuerzo involucrado en el control, la culpa y la represión, deben poder ponerse en suspenso paulatinamente, para poder escuchar al otro lado percibiendo en qué medida algo de lo que expresa de manera idealista (Ego) o de manera sintomática (Ics), podría tener un lugar en el sistema total. 

Por fortuna hay mensajes "no sintomáticos" de lo inconsciente que vienen en nuestra ayuda: sueños y sincronicidades parecen converger cuando la psique realmente presta atención. 


No sobra agregar que el método dialéctico no sólo aplica para las dos partes internas del conflicto (tal como las he simplificado aquí), sino también para las dos partes que intervienen en el trabajo: consultante y terapeuta. La pregunta ¿En qué medida ambas partes pueden tener razón? lleva a una mesura en la intervención y a una puesta en duda constante sobre "la autoridad" o "el saber" del analista y sobre lo "ignorante" que puede ser el paciente sobre lo que le ocurre. En todo caso, lo que Jung nos enseña (y corroboramos día a día con la práctica), es que, cuando se mantiene la tensión entre los opuestos involucrados sin recurrir a la fácil salida de la respuesta inmediata o idealizada, una tercera cosa surge (ya mencionada aquí con sueños y sincronicidades, pero que se puede dar de muchas más maneras, por ejemplo, como ocurrencia o recuerdo "salvador").

Los tratados de paz no son fáciles, los que realmente han funcionado en el mundo han seguido el principio dialéctico, pero desafortunadamente puede suceder a los países y a los espacios terapéuticos que el principio sea otro, uno terrible como por ejemplo: "¿Cómo puedo yo imponerme y lograr un estado de represión del otro lado que sea definitivo?". 

Sobre la paz he escrito en otra ocasión, simplemente valga esta afirmación que ya está sugerida en este texto: no se trata de la paz sin conflicto porque los opuestos seguirán presentes, no se trata de la paz sin complejidades porque sin ellas el ser humano deja de serlo, se trata de una paz humana, en un nivel en el que uno pueda vivir sus problemas sin ser tomado por ellos, como esos períodos en que los países saben que hay grupos, movimientos y sectores críticos pero que no hay qué eliminar, porque han encontrado maneras creativas de hacerse escuchar y son escuchados. Y quizás debamos agregar que son eso "períodos", una nueva crisis sobrevendrá, tal vez estar vivos se trata de eso, de ir surfeando el oleaje de estar vivos.

El síntoma, la enfermedad, es una manera tremendamente creativa en que la psique total o un aspecto de ella, no acorde con con el Yo, se expresa ¿Será escuchada o tendrá qué hablar más alto la próxima vez?

Lisímaco Henao Henao.

Psicólogo y Analista junguiano IAAP-SCAN

070224