martes, 2 de marzo de 2021
La Persona y La Sombra en el cine de Ingmar Bergman
lunes, 15 de febrero de 2021
El bien y el mal desde la perspectiva del alma. C. G. Jung
Con estos párrafos inicia Jung el capítulo de su autobiografía titulado "Últimos pensamientos". Es impresionante la lucidez con la que expone temas tan dificiles como la relatividad y realidad tanto del bien como del mal, y lo apremiante que es este tema para nuestros tiempos. Jung nos dice que no deberíamos caer en el mal, pero tampoco en el bien, que "caer" es perder completamente el lugar de la consciencia al enfrentar una cuestión tan cargada de ideales y de prejuicios. Nos asegura que, en último análisis, decir que el mal o el bien son relativos, no significa negar su realidad. Sea esta una invitación a leer el capítulo, sino el libro completo ("Recuerdos, Sueños y Pensamientos" se titula la autobiografía hecha a dos manos con su secretaria y amiga Aniela Jaffé). Esta traducción proviene de otra colección que recomendamos ampliamente: "Encuentros con la Sombra", de editorial Kairós.
"El mito cristiano permaneció inexpugnable durante todo un milenio hasta que en el siglo XI comenzaron a advertirse los primeros síntomas de una transformación de la consciencia. A partir de ese momento, la inquietud y la duda fueron en aumento hasta que, a fines del segundo milenio, vuelven apercibirse los atributos de una catástrofe mundial que amenaza a la consciencia. Esta amenaza consiste en una hipertrofia de la consciencia -una hubris, en otras palabras- que puede resumirse en la frase: «No hay nada superior al hombre y sus hazañas». El mito cristiano ha perdido su trascendencia y, con ella, ha desaparecido también la noción de totalidad ultramundana propuesta por el Cristianismo.
En cualquier caso, lo cierto es que necesitamos una reorientación, una metanoia. Permanecer en contacto con el mal supone correr el riesgo de sucumbir a él. Sin embargo, ya no podemos seguir sucumbiendo, ni siquiera al bien. Un bien en el que «caemos» deja de ser un bien moral. No se trata de que se convierta en algo malo sino de que el mismo hecho de sucumbir puede generar todo tipo de problemas. Cualquier forma de adicción -ya se trate de la adicción al alcohol, a la morfina o al idealismo - es mala. Debemos dejar de pensar en el bien y el mal como términos absolutamente antagónicos. Debemos dejar de lado el criterio de la acción ética que considera que el bien es un imperativo categórico y que podemos soslayar el llamado mal. De este modo, al reconocer la realidad del mal necesariamente relativizaremos al bien y al mal y comprenderemos que ambos constituyen paradójicamente dos mitades de la misma totalidad.
En la práctica esto significa que el bien y el mal dejan de ser incuestionablemente evidentes y que debemos caer en cuenta de que es nuestra propia valoración la que los hace tales. Sin embargo, todo juicio humano es imperfecto y, por consiguiente, no podemos seguir creyendo ingenuamente en la infalibilidad de nuestros juicios. El problema ético sólo se presenta cuando comenzamos a poner en cuestión nuestras valoraciones morales. Pero que el «bien» y el «mal» sean relativos no significa que se trate de categorías inválidas o inexistentes.
Por otra parte, sin embargo, continuamente nos vemos en la obligación de tomar decisiones morales y de asumir las consecuencias psicológicas que necesariamente acompañan a nuestras decisiones. Como he señalado en otras ocasiones, todo error cometido, pensado o deseado volverá nuevamente a nuestra alma. Los contenidos de nuestros juicios dependen del lugar y del momento y, por tanto, asumen formas muy diversas. Toda valoración moral se asienta en la aparente certidumbre de un código moral que pretende saber exactamente lo que es bueno y lo que es malo. Pero una vez que hemos descubierto lo inseguro de sus fundamentos, cualquier decisión ética se convierte en un acto creador subjetivo.
Como norma general, sin embargo, el individuo es tan inconsciente que suele ignorar totalmente su propia capacidad de elección y busca ansiosamente en el exterior normas y reglas que puedan orientar su conducta. Gran parte de la responsabilidad de esta situación reside en la educación, orientada exclusivamente a repetir viejas generalizaciones pero totalmente silenciosa respecto de los secretos de la experiencia personal. De este modo, individuos que ni viven ni vivirán jamás de acuerdo con los ideales que proclaman, enseñan todo tipo de creencias y conductas idealistas sabiendo de antemano que nadie va a cumplirlas y, lo que es todavía más grave, nadie cuestiona siquiera la validez de este tipo de enseñanza.
Así las cosas, para obtener una respuesta al problema del mal en la actualidad es absolutamente necesario el autoconocimiento, es decir, el mayor conocimiento posible de la totalidad del individuo. Debemos saber claramente cuál es nuestra capacidad para hacer el bien y cuántas vilezas podemos llegar a cometer. Si queremos vivir libres de engaños e ilusiones debemos ser lo suficientemente conscientes como para no creer ingenuamente que el bien es real y que el mal es ilusorio y comprender que ambos forman parte constitutiva de nuestra propia naturaleza.
Sin embargo, aunque hoy en día existan personas que tengan gran comprensión de sí mismas, la mayor parte de nosotros distamos mucho de poseer este nivel de autoconocimiento. El autoconocimiento es de capital importancia porque nos permite acercarnos a ese estrato fundamental, a ese núcleo esencial del ser humano en el que moran los instintos y radican los factores dinámicos preexistentes que determinan las decisiones éticas de nuestra consciencia. Este núcleo es el inconsciente y sus contenidos, acerca de los cuales no podemos emitir ningún juicio definitivo. Cualquier idea que nos hagamos del inconsciente será errónea porque nuestra capacidad cognitiva es incapaz de comprender su esencia y de imponerle límites racionales. Para alcanzar el conocimiento de la naturaleza es necesaria la ciencia, que amplía nuestra consciencia y, de la misma manera, para profundizar nuestro autoconocimiento necesitamos de la ciencia, es decir, de la psicología. No es posible construir un telescopio o un microscopio, por ejemplo, a fuerza de buena voluntad sino que para ello es necesario tener profundos conocimientos de óptica.
Hoy en día la psicología resulta de capital importancia. Nuestro conocimiento del ser humano es tan parcial y distorsionado que el nazismo y el bolchevismo nos han dejado perplejos y confusos. Estamos frente al mal y no sólo ignoramos lo que se halla ante nosotros sino que tampoco tenemos la menor idea de cómo debemos reaccionar. Y aunque supiéramos responder seguiríamos sin comprender «cómo ha podido suceder esto». Con manifiesta ingenuidad un estadista afirma que no tiene «imaginación para el mal». Efectivamente, no tenemos imaginación para el mal porque es el mal el que nos tiene a nosotros. Unos quieren permanecer ignorantes mientras que otros están identificados con el mal. Esta es la situación psicológica del mundo actual. Hay quienes se llaman cristianos y creen que pueden aplastar el mal a voluntad; otros, en cambio, han sucumbido al mal y ni siquiera pueden ver el bien. El mal ha terminado convirtiéndose en un poder visible. La mitad de la humanidad crece en el seno de una doctrina basada en la especulación mientras la otra mitad enferma por falta de un mito adecuado a la situación. El pueblo cristiano ha llegado a un callejón sin salida, la cristiandad dormita y hace siglos que olvidó revitalizar sus mitos.
Nuestro mito ha enmudecido y ha dejado de dar respuestas a nuestras preguntas. Como dicen las sagradas escrituras, la culpa no es suya sino exclusivamente nuestra ya que no sólo hemos dejado de desarrollarlo sino que hemos reprimido todos los intentos realizados en ese sentido. La versión original del mito nos ofrece un amplio punto de partida y múltiples posibilidades de desarrollo. Al mismo Cristo, por ejemplo, se le atribuyen las siguientes palabras: «Sed astutos como las serpientes y mansos como las paloma s». Pero ¿para qué se necesita la astucia de las serpientes y qué tiene que ver ésta con la inocencia de las palomas?
La cristiandad sigue sin contestar a la antigua pregunta gnóstica « ¿De dónde proviene el mal?» y la cauta insinuación de Orígenes de la posible redención del mal sigue siendo calificada como herética. Hoy nos vemos obligados a reformular esta pregunta pero seguimos con las manos vacías, desconcertados y confusos y ni siquiera podemos explicarnos que -a pesar de la urgencia con la que lo precisamos- no existe ningún mito que pueda ayudarnos. La situación política y los aterradores -por no decir diabólicos- avances de la ciencia despiertan en nosotros secretos estremecimientos y oscuros presagios. Pero ignoramos la forma de salir de esta situación y hay muy pocas personas que crean que la posible solución descanse en el alma del ser humano.
C. G. Jung.
martes, 2 de febrero de 2021
SUBCONSCIENTE, INCONSCIENTE Y OTRAS PRECISIONES. Por Lisímaco Henao Henao
SUBCONSCIENTE,
INCONSCIENTE Y OTRAS PRECISIONES DEL LENGUAJE PSICOLÓGICO.
@Lisímaco Henao Henao
Resumen, ampliación y respuestas a una “conversación virtual”
Los comentarios en redes digitales son una interesante y novedosa forma de interacción entre conocidos y desconocidos que también valdría la pena analizar en otro momento, da lugar a fenómenos muy interesantes, incluso enemistades de quienes nunca fueron amigos. He visto discusiones “encarnizadas” entre defensores de posiciones políticas o teóricas, cuando no por temas aún más banales.
Hace poco publiqué un comentario sobre el uso erróneo del término “subconsciente” para designar el concepto y la imagen de “lo inconsciente” e incluso de “El Inconsciente” en psicoanálisis y en general en el lenguaje psicológico que de él se desprende. Ha sido una de esas publicaciones breves que ha suscitado una deliciosa conversación a través de los comentarios y que recojo aquí, sumando alguna idea adicional sobre el uso, muy de moda, de otro término psicológico. Así que, aunque firmo yo, el texto resulta ser, también, colectivo.
Lo que sostuve fue que el término “subconsciente” resulta ser una traducción equivocada para lo que conocemos desde el psicoanálisis como “Inconsciente” y que etimológicamente, además, no es preciso. Mi amigo y colega Carlos Ivan Ruiz me aclara que el uso de “subconsciente” no se originó en Freud sino que era la denominación que, antes de él, se le daba a lo inconsciente o a los procesos y contenidos no conscientes (recordemos que Freud no “inventó” el concepto que ya existía desde los antiguos griegos y que fue tratado extensamente por filósofos como Shopenhauer, el mérito del genio vienés consistió en refinarlo para su aplicación en el tratamiento de las neurosis y para el análisis profundo del ser humano como individuo y como masa). También nos informa Carlos Ivan que Freud abandonó rápidamente el término “subconsciente” pues se prestaba para equívocos (la fuente que nos recomienda mi colega es el “Diccionario de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalis).
La amiga Verónica Barraza nos habla de que “subconsciente” le parece más expresivo porque designa algo que está “por debajo” de la consciencia, mientras que “Inconsciente” se refiere “simplemente” a lo no consciente. Me da pie mi virtual amiga para recordar que este es, precisamente, el argumento tanto de Freud como de Jung, para no utilizar el término “subconsciente”. Aunque ambos investigadores sostienen la metáfora topográfica del aparato psíquico (básicamente el inconsciente como un Hades psíquico y el sistema Yo-Consciente como la superficie de la tierra, el reino de los dioses superiores para terminar de cerrar el simil mítico), ambos también concluyen que Lo Inconsciente es algo más que simplemente “eso” que se encuentra debajo, sepultado o reprimido, sino que quieren resaltar un aspecto mucho más importante: es algo autónomo y efectivo, es una entidad por derecho propio. Se trata de “Lo Inconsciente” si nos referimos a los contenidos o “El Inconsciente” si nos referimos a la topografía psíquica.
Otro colega, desde México, Leonardo Flores Berrecil, nos hace notar el aspecto dinámico de la creación y asunción de conceptos en Jung. Así, habría podido tomar brevemente el término "subconsciente", de su apreciado maestro Pierre Janet, quien lo aplicaba a la comprensión de la consciencia escindida en los casos de personalidad múltiple. No obstante Jung lo abandona rápidamente por el riesgo de sugerirse en ese sentido que lo inconsciente es algo secundario, negativamente por debajo, simplemente inferior o que depende de la consciencia. Valga la pena leer esta aclaración del mismo Jung y tomada por Flores Berrecil de Diccionario Junguiano de Paolo Francesco Pieri:
Mi estimado colega Lukas Bauer nos habla del “subconsciente” como todo aquello a lo que podemos acceder fácilmente mediante una simple asociación de palabras. Es decir, mientras que lo inconsciente, por estar fuertemente reprimido, sólo logra llegar a la consciencia mediante los sueños, los síntomas u otras herramientas, lo subconsciente estaría muy cerca a la consciencia (me atrevo yo a decir, como que lo tienes en la punta de la lengua). Lukas me aclara que toma esto de la investigación que adelanta otro colega, el Dr. W. Odermatt, quien investiga actualmente en el campo post junguiano. Este aporte me permite recordar la definición que hace Freud de otro término suyo: “Pre Consciente” y que define como un sistema del aparato psíquico que se encuentra situado entre el sistema Consciente y el Inconsciente, cuyos contenidos pueden franquear más fácilmente la Censura que aquellos contenidos extrictamente inconscientes. Este concepto sufre una transformación cuando Freud, posteriormente, modifica su teoría y establece los sistemas Yo, Ello y Superyo, pero ya esto se los dejo de tarea para la casa.
En cuanto a lo anterior también Jung define algo parecido en la psique, al afirmar que existen contenidos inconscientes “fácilmente asequibles para la consciencia”, pero no los llama “subconscientes”, ni “preconscientes” sino “Contenidos inconsciente asequibles” y “Contenidos inconscientes mediatamente asequibles”. Como sabemos estas explicaciones sólo interesan a Jung en tanto sirven para explicarle a sus estudiantes el funcionamiento psíquico, pero más adelante en su obra el interés recae en la naturaleza arquetípica del proceso de individuación, con lo cual todo esto puede hacer parte de algunos aspectos de la Sombra.Finalmente, me da la oportunidad de cerrar esta corta disquisición nuestro amigo Claudio Sepúlveda Schulz, quien nos llama la atención sobre un aspecto que para mi es crucial en la actual proliferación de discursos sobre lo psíquico. Él nos cuenta que todo se trata de nomenclatura, resaltando el valor del prefijo “sub” para decir que algo está por debajo y que, en India, al inconsciente se le llama “supraconsciencia”, resaltando su valor de “conocimiento absoluto”. Nos señala también que Paul Diel (psicólogo investigador en psicología profunda) habla de “subconsciente” para todo lo reprimido (¡osea para el inconsciente freudiano!) y “sobreconsciente” para el Self (de donde me queda la pregunta sobre cuál definición de Self usa Diel, pues ese sí que es un término con muchas definiciones, no todas cercanas al arquetipo central definido por Jung).
Este último aporte me lleva a la cuestión de el lugar de la enunciación, es decir, desde dónde se ubica usted para usar un término. Para aclararme les pongo el ejemplo del término Ego. Creo que para nadie es ya extraño escuchar frases como: “hay que acabar con el Ego”, “debemos abandonar el Ego”, “Hay que vivir sin Ego”, etc. En cualquier universidad del mundo, en introducción a la psicología o al psicoanálisis, te explicarán que el Ego (o Yo, si lo dices en castellano), es un aspecto de la psique encargada, entre otras cosas, de la orientación en el espacio y en el tiempo y de la consciencia corporal (Jung dirá que es el centro regulador de la consciencia). Así que yo como psicólogo occidental no podría decir que voy a acabar con el Ego, esto sería como decir que voy a lanzar a mis pacientes a un estado psicótico, a la locura, o como me dijera mi primer analista en mi segunda sesión al ver que yo "vomitaba sombra" como un loco: “Lisímaco, cuidemos al Ego, que si se nos deprime ¿con quién trabajamos?”, y con eso me explicó de una vez y para siempre la importancia del Ego en el trabajo terapéutico.
Pero si yo conozco un poco más y se que el enunciado “Hay que vivir sin Ego”, proviene de una persona que habla desde la psicología oriental (Budismo específicamente), entonces ¡voilà!, lo entiendo e incluso puedo traducirlo a mi lenguaje psicológico: esta persona quiere decir que hay que trabajar sobre el complejo del Yo o la inflación egóica (Jung), o sobre el narcicismo (Freud).
Acerca de las traducciones de la psicología oriental a la occidental, la psicóloga colombiana Luisa Fernanda Alvarez García nos llama la atención sobre el hecho de que, etimológicamente hablando, no existe algo como "El Ego" en el budismo mahayanna (aquí volvemos al viejo asunto de que toda traducción es una "traición" según el significado de esa palabra). Al parecer incluso la traducción de la palabra "mente" es problemática, a continuación un aparte de la nota de Luisa Fernanda:
"...ellos hablan de las dos mentes, una natural y otra ordinaria, siendo ésta última confundida con nuestra noción occidental de ego. De hecho al Buda de la sabiduría, Manjushri, se le puede ver en la iconografía inicialmente montado sobre un elefante y posteriormente sentado sobre un león despierto y pasible. Lo que nos indica que no hay tal conquista de vivir sin mente ordinaria sino de domarla y domeñarla con tranquilidad. Justo ese Buda que representa la sabiduría, es una imagen de lo que se considera en la filosofía budista la mente natural sobre la mente ordinaria, conceptos muy complejos porque cuando se dice mente en el budismo es una noción que está lejos de ser parecida a nuestra idea de mente en occidente."
En este punto me pregunto si el orientalismo que se practica en occidente es realmente oriental, o en esa traducción-traición ya ha perdido todo el sentido y ha padecido una especie de "tortura de Procusto", con lo que hemos conseguido, como siempre hacemos los occidentales, no transformarnos sino transformar lo foráneo en lo que nosotros queremos que sea, algo que siga satisfaciendo nuestros ideales de control (al respecto Jung era muy crítico, advertía sobre los peligros de que los occidentales usaramos el Yoga para adquriri más poder ¿no es eso lo que ocurre actualmente?).
En conclusión: el problema que puede generar el cambio de los significados de los términos, depende del desconocimiento del uso para el cual fueron creados. Algunos discutirán el valor de estas discusiones pero, en nuestro favor, debo afirmar que para quienes trabajamos en un discurso específico, es necesario podernos entender, saber qué estamos leyendo cuando leemos a un autor determinado o darnos a entender frente a un público que ya tiene unos conceptos fundados. Cada disciplina crea un código, un lenguaje, y conocer el código nos ayuda a no tener que estarnos explicando todo de nuevo. En mi comentada publicación, si la hubiera hecho más extensa, debería entonces haber dicho lo siguiente: “Si estás hablando desde el Psicoanálisis, el uso del término «subconsciente» es inexacto, corresponde al uso de un término antiguo abandonado por los fundadores de esta teoría y mantenido con otro significado en escuelas posteriores. Se usa en algunas revisiones actuales de la psicología profunda y se ha convertido en palabra de uso común para quienes no conocen (y tal vez no necesitan conocer) las complicaciones que comporta”.
Muchas otras voces en esta red social (FB), han pedido una aclaración extensa sobre las diferencias entre los términos. Espero haber aportado a tales diferencias o, por lo menos, haberlas profundizado y complejizado para una mayor riqueza en la discusión y en la reflexión.
Gracias a todas y a todos.
Firmo por ustedes.
Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo U. de A. y Analista Junguiano IAAP
020221
viernes, 29 de enero de 2021
LO APOCALÍPTICO Y LA INCERTIDUMBRE. Por Lisímaco Henao Henao.
LO APOCALÍPTICO Y LA INCERTIDUMBRE.
viernes, 4 de diciembre de 2020
2021: ARQUETIPOS Y MASCULINIDADES. Curso virtual
ARQUETIPOS Y MASCULINIDADES
El Patriarcado, un movimiento natural en la evolución de la consciencia, enfermó de inflación y ha destruido el proceso de desarrollo de Lo Masculino y, por lo tanto, de la masculinidad. Durante el curso nos confrontaremos con las imágenes arquetípicas de tan dramático suceso y sus afectaciones en el ser padres, hijos, hermanos, amantes, etc., preguntándonos también qué sugiere el mito como solución, qué de esta solución ha sido captado por la consciencia colectiva actual y qué falta aún por escuchar. En el campo del arquetipo del Animus nuestras preguntas son válidas para todos los géneros.Comenzamos el curso el martes 23 de Febrero pero, como siempre, tendremos nuestra charla introductoria y gratuita en vivo y en directo a través de Youtube, el viernes 12 de febrero a las 2 p.m. en torno a la película EL CLUB DE LA PELEA. Dirección del canal https://www.youtube.com/c/casajungmedellin
Dirigido a todo público. Se ofrecen lecturas y videos de apoyo.
Insríbete al curso en eventos@jungcolombia.com y paga mediante transferencia bancolombia o paypal si estás en el exterior (125 USD ó 420.000 cop).
A continuación el programa de las 6 sesiones (Martes de 7 a 9 p.m.):
1. Introducción: Lo Masculino y la masculinidad ¿Un mas allá del género y de la identidad sexual?.
2. Lo Masculino detenido en el anhelo de La Madre: Hefestos y el abandono.
3. Lo Masculino regresivo escondido en la manada: Los Centauros y la ausencia de Eros.
4. Lo Masculino herido escondido en el poder: Barba Azul y el corazón roto.
5. La Sombra del Patriarcado y el Subdesarrollo de lo Masculino: John de Hierro y la masculinidad por descubrir.
6. Lo Masculino en individuación: La leyenda del Grial y las crisis del siglo XXI.
Acompaña:
Lisímaco Henao Henao.
Psicólgo U. de A. (Medellín 2000)
Master en Psicología Analítica U. R. L. (Barcelona 2003)
Analista Junguiano IAAP-SCAJ (Copenhaguen 2013)
Supervisor Didacta IAAP (Bogotá 2018)
jueves, 26 de noviembre de 2020
2021: Psique y Sueño. Seminario-Taller
"No estamos trabajando con los sueños para escapar de la realidad, lo hacemos para aprender, con ellos, a imaginarla mejor." Lisímaco Henao H.
En las imágenes están los detalles sobre horarios, costos y temas del nuevo seminario. 30 CUPOS. Escribe ya a eventos@jungcolombia.com
También te ofrecemos aquí la charla introductoria al curso:
viernes, 20 de noviembre de 2020
Analistas y Psicoterapeutas: ¿Cuál es el centro de nuestro trabajo? ¿Qué es lo que, en definitiva, hacemos?
Hoy, día de la Psicología en Colombia, compartimos esta reflexión, surgida de la formación Fundamentos y Herramientas en Psicología Profunda, que llevamos a cabo actualmente el Centro de Estudios Junguianos de Bogotá y Casa Jung Medellín.
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Louis_Jean_Franois_Lagrene_-_ "Psique sorprendiendo a Eros dormido" |
¿Recuerdan ustedes aquella fábula de los tres ciegos que se
encontraron con un elefante y cada quién aseguró haber encontrado algo
diferente según la parte del animal que palpaban? ¡es eso exactamente lo que
pasa con las corrientes psicológicas: cada una cree haber encontrado un objeto
diferente. James Hillman, en “Re-Imaginar la psicología”, habla de como la
psicología junguiana se diferencia de una psicología humanista. Se refiere allí a que para el humanismo el
centro de todos los procesos es el ser humano, tomado como aquel concepto que
definen los llamados derechos humanos: es decir, todo sujeto libre, poseedor de
derechos y de autonomía. Hillman llama la atención sobre el hecho de que Jung
pone en el centro no al ser humano sino al alma, y que el alma a veces quiere
cosas o necesita cosas que pasan por encima de la autonomía, los derechos o los
deseos de este ser humano (a veces el alma nos lleva al fracaso, a la
depresión, al sufrimiento, en momentos donde nuestro derecho, según creíamos
nosotros mismos, era "ser felices").
El trabajo con la lectura y supervisión de casos, en el que tenemos la oportunidad de percibir diferentes puntos de
vista sobre nuestro objeto, es decir, en que ponemos al alma en el centro de
nuestro virtual salón de clases y la observamos bajo la luz de diferentes
corrientes psicológicas, nos permite vislumbrar con un buen grado de claridad
que vamos haciendo alma al paso que avanzamos en la palabra, en las ideas,
sensaciones, sentimientos e intuiciones sobre lo que escuchamos, sobre lo que
imaginamos con la lectura de los casos.
Para mí, la primerísima imagen en este ejercicio es la de el
par terapeuta-paciente. Es una bella imagen que tiene profundas raíces
arquetipales, imagen enraizada en aquellos primeros encuentros en que alguien
señaló una estrella, un árbol, una hierba curativa o una lágrima en la mejilla.
El par maestro-aprendíz es una poderosa imagen que influyó a las fundadoras y
los fundadores de la psicología profunda, al proponer que nadie debía escuchar
a otro si él mismo no había pasado por el proceso de ser escuchado. Y ese par
arquetípico también nos habla de que el alma se hace siempre con otro, desde la
concepción hasta la muerte, momento que, como afirmara Freud, puede ser el
momento más solitario de la existencia, pero que también implica la presencia de
los otros de nuestra historia, de la reconciliación con la vida, con la forma como la
humanidad ha paticipado en mi individuación.
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Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo U. de A
Analista Junguiano IAAP
201120