jueves, 25 de junio de 2020

Apuntes para un cineforo: "La pianista" de Michel Haneke (2)


Reflexiones escritas en 2003 para un curso de psicoanálisis. Si deseas ver las de 2020, del cineforo virtual has click aquí




Acerca de "La Pianista". Michel Haneke. (Francia, 2001) 



"¿Porqué te comportas así?- pregunta la madre
¿Porqué te comportas tu así? - responde la hija"
("La Pianista", Michel Haneke. Francia, 2001)

La pregunta por la otredad, por ese enigma que representa el otro para todos pero que tiene especiales connotaciones en esta trama se plantea desde el inicio de la película. Madre e hija forman una unidad donde cada una responde al deseo de la otra. La madre es el continente donde la hija encuentra el mundo de las seguridades de lo conocido y un escondite cuando le asalta lo nuevo, lo incomprensible, lo que se le impone como necesidad pero que la asusta como fuente de inseguridades.

La pianista: un romanzo di Elfriede Jelinek (premio Nobel per la ...La hija es ese contenido que da a la madre su razón de ser, le provee de satisfacciones a su necesidad de ser “una madre”, de proteger y sobreproteger, de entregarse, de nutrir y desvelarse frente al televisor y sus imágenes grotescas, la hija le salva de lo grotesco del mundo.

Hasta aquí podría parecer una relación ideal madre-hija, si no fuera porque la hija en ese continente pierde las opciones y las peculiaridades de su devenir como mujer, pierde la posibilidad de vivir el deseo como experiencia física y metafísica. Esta madre devora su individualidad, rompe sus vestidos nuevos, rompe todo lo que ella pudiera mostrar como identidad más allá de la de la propia madre, esta madre cachea su bolso, ningún resquicio de “secreto” femenino,  ningún tiempo para su propio deseo: el tiempo es controlado por el otro deseo, el de la madre.

Esta hija corre el peligro de ser un mero contenido del círculo asfixiante de la madre, tiene su propio cuarto pero duerme con ella, como si el sueño, ese último bastión de la individualidad psíquica también le perteneciera a aquella mujer. La relación con su cuerpo es de una distancia abismal, la madre señala la sangre en su pierna como algo asqueroso, tras la violación de que es la madre testigo inmediato la hija vuelve a escuchar aquella voz imponente que le dice que trate de dormir pues deberá estar bien para el recital del siguiente día.

La pianistaConstruimos un modelo de relación con el Eros-cuerpo y con el Eros-sentimiento, mediante la percepción que tenemos de esa relación en nuestra madre real (esto sobre la base del arquetipo materno, por lo que otras imágenes femeninas colorearán esa identificación inicial. Pero en nuestro caso no podemos confiar en que halla demasiadas imágenes otras de lo femenino). La obturación constante del sentimiento por parte de la madre y la vigilancia y subestimación constante de la sexualidad de la hija (incluso cuando esta le mira el sexo o la besa en la boca; entonces la madre le recuerda sus compromisos profesionales), genera en ella una profunda división psíquica, puesto que mientras por un lado conforma una estructura de persona que le permite satisfacer las demandas de ese gran otro que es la madre, su entorno, convirtiéndose en LA PIANISTA, por el otro no puede evitar el hecho de que se debe también al alma...¿qué significa esto?, que la persona no acaba de satisfacer las demandas de la totalidad. La pianista es un ser frío y calculador, alguien que no debe permitir que “un alumno suyo la supere” (aspecto completamente oscuro del maestro), y en quien nunca los “afectos estarán por encima de su inteligencia”, la pianista vive en el pensamiento y su estética, sus formas organizadamente bellas, en la perfección matemática de una obra, no en el caos inicial de la creación artística (no compone. En algún momento afirma:“soy pianista, no poeta”), ni siquiera expresa la emocionalidad del coleccionista de instrumentos musicales que le admira. Y como también somos la vida que se implica, que se entrega, el cuerpo que vibra aparece el deseo que siempre se impone como impulso hacia el descubrimiento de lo desconocido.

Vemos el aspecto terapéutico del alma, la llamada de sentido de las profundidades en dos elementos: primero, la búsqueda de una relación con el cuerpo. Todos necesitamos una respuesta al enigma del cuerpo, es biológica y es psíquica la raíz de esta necesidad. Con los elementos que tenemos construimos respuestas, aproximaciones a tal enigma. La pianista encuentra la pornografía, invasión de imágenes de la carne, del espasmo, del orgasmo y del contacto. Y en ese maremagnum de imágenes de conductas de todo tipo, elige la felación ¿qué significa esto?. Oralidad, nos permitimos afirmar, un estadio primitivo de la sexualidad tal como afirmara Freud y quizás mucho más preciso: un indicio de una sexualidad que aún no sale del mundo de la madre, el de la boca y el pecho, el de la boca y la palabra que se impone...y más allá: el de la madre nutricia y devoradora a la vez con quien tiene un compromiso incluso en ese momento.

Bañeras en el cine: La pianista LA PIANISTEEl placer no pasa por la vista, la protagonista toma un papel untado con el semen del cliente anterior de la cabina y lo huele mientras mira casi inexpresiva la película. No se masturba, esto sería una evolución en su camino hacia la apropiación de su deseo y de su identidad. Es algo demasiado suyo como para hacerlo. Luego vemos como automutila sus órganos genitales. Podríamos pensar en la culpa como esa reacción de lo que quiere mantenerse (el mundo de la persona), frente a aquello que quiere ser visto (el mundo de la identidad que en este caso es lo femenino como deseo, cuerpo y sentir). Podríamos pensar que esta mutilación encuentra un sentido también en la siguiente escena “sexual”, cuando intenta ver a los amantes en el autocinema. Vouyerismo que le permite acercarse de nuevo a su cuerpo, orina mientras ellos llegan al orgasmo y mientras lo hace llora, quizás quema aquella orina su herida reciente y esto es una forma de obligarse a sentir. En esta escena encontramos de nuevo un arcaísmo psíquico: La sexualidad como relación con las secreciones corporales, el juego infantil con aquellas sensaciones, quizás un orinar sobre la madre (tierra), un intento de resarcirse.

La primitiva construcción del deseo en Erika la lleva a copiar lo que ve en la cabina pornográfica como su forma de construir la sexualidad y el encuentro. Todos construimos identidad imitando y esta se recrea en la separación y la construcción individual. La pianista imita y en esa imitación elige de nuevo: conductas masoquistas. Esto le permite, a la vez que castigo por “conocer” (puesto que ella está probando el fruto del conocimiento del bien y del mal), satisfacer su particular infantilismo sexual, basta con verla como una niña sentada en el suelo y sacando aquella caja llena de “juguetitos”: máscara, cuerdas, guantes, látigos, etc. Está sentada en el suelo y desde allí mira a su “amante” mientras este lee la lista de las cosas que quiere que le haga, no está excitada mientras él lee, no se está desnudando, no hay una expresión que denote que es ya su deseo explotando. Lo que si parece ser es el producto de una lucha interna en la que una organización del yo determinada percibe a la vez una necesidad que aún no integra, ni comprende, esto es, que no se permite como afecto, solo como idea, imaginémosla escribiendo esta larguísima carta (“no está muy bien escrita, soy pianista, no poeta”. Ha afirmado antes).

Feature Film - Productions - Ingmar Bergman
Aquel amante que lee instrucciones sobre como tratarla, aquel que ella mira con las manos sobre el regazo o desde el suelo no es un amante para ella. Ella parece necesitar un liberador, alguien que le arranque de las fauces de aquel monstruo que la devora (la madre), ella, incluso en su posición física, es una niña que mira a un padre imaginario, pues el real no pudo salvarla (se nos dice que enloqueció). Lo más complicado del asunto es que a la vez tiene que ser un amante, pues algo en ella sabe que deberá pasar por el mundo del deseo real, quizás porque es de lo que la madre más castiga. Pero aquel hombre no ejercerá esa función, puesto que en él se activa otro complejo.

Al final parece adelantársenos por parte del escritor de la trama un indicio de que algo empieza a transformarse. El cuchillo que guarda Erika para el “amante” que se ha convertido en su violador, en aquel que ejerce el papel que se le pide para que ella descubra que no era lo que necesitaba (pero sí), se transforma en arma contra sí misma...decide autoagredirse. Recordamos a Eros en “El asno de oro”, pinchándose con sus propias flechas y así accediendo al amor de cuyos efectos tan inconsciente parece ser.

La Pianiste" / "The Piano Teacher" (2001). | Film quotes, Movie ...Erika también da la vuelta a su deseo de venganza como en un primer intento de autoreconocimiento del propio papel en el drama de su vida. Es algo en ella lo que debe ser cortado o transformado, es quizás la percepción de la propia herida, la madre ha entrado ya en la sala de conciertos donde supuestamente ella debería estar iniciando el recital, dándole así una satisfacción más. Ha entrado el amante con una chica, ese hombre y su deseo, su ilusión y su desilusión, su propio camino. Han entrado todas aquellas personalidades, el coleccionista de instrumentos antiguos, la mujer que organiza los recitales privados de música clásica. Allí dentro están las construcciones de identidad o quizás en muchos casos de identificación de todas las personas, Erika se hiere en el hombro, un poco arriba del corazón, una herida superficial porque tal vez hay mucho aún por construir, arriba del corazón porque lo necesita completo para darle cabida en su vida.

Sale caminando con paso ligero mientras los coches, en sentido contrario, pasan frente a la academia toda iluminada.

Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo y Analista Junguiano.
Barcelona, 2003