DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LOS RECUERDOS FALSOS
Las IA y la inteligencia humana.
Por
Lisímaco Henao H.
Han ido apareciendo en los últimos días algunas imágenes que pretenden ser fotografías, creadas por la llamada "inteligencia" artificial. No sólo demuestran el nivel de ingenuidad de las masas (dadas las respuestas que llegan a provocar), sino la facilidad con que somos y seremos engañados. Ya ustedes conocerán la aplicación que permite poner cualquier rostro a cualquier película, es decir, puedo poner mi rostro reemplazando el de Al Pacino en "El Padrino", y el nivel de refinamiento que se alcanza ahora es enorme, podrían incluso llegar a concederme el Oscar. Esto puede ser un simple juego, o puede escalar hasta el punto en que nuestra ingenuidad sea utilizada con recursos como estos para que condenemos masivamente a otros con pruebas falsas.
Es por ello que la inteligencia humana siempre va a tener qué estar presente y alerta, la posibilidad de diferenciar, seleccionar y procesar la información es completamente necesaria. No se trata del cacareado asunto de que las IA sin los datos que les introducimos no son nada, ellas dependen aún más de su propia capacidad de combinar y re-combinar datos, que de nosotros. Pero al momento de definir si ese "increíble gato del amazonas" es real, si el Papa realmente se decidió por ese flow, si los padres de ese niño están tan locos como para ponerlo a escalar así, o si se descubrió una foto antigua con el caballo más grande del mundo, en ese momento tendrá que existir el ser pensante que haga el trabajo más importante, el ser con la vera inteligencia.
Hoy estaba revisando alguna información sobre la llamada "creación de recuerdos falsos", se referían al peligro que se corre en psicoterapia al intentar arrancar recuerdos reprimidos al inconsciente de manera artificial. Según varios estudios, la intención del terapeuta que cree firmemente en que un paciente tuvo que vivir tal o cual experiencia según su síntoma, podría influir en que este paciente termine "recordando" dicha experiencia. Un estudio llevado a cabo en E. U., demostró que realmente puede influirse a una persona para que transforme un pequeño estímulo, en toda una dramática aparentemente recordada. Ese mismo estudio mencionaba que, en general, las grandes experiencias traumáticas son las que precisamente no se olvidan (al respecto de este tema puede resultar interesante una película en Netflix llamada "Regresión", no esperen mucha calidad cinematográfica pero ilustra bastante bien lo que menciono acá... y entretiene).
Recuerdo que el mismo Freud, quien al principio postulaba la existencia de recuerdos reprimidos que tenían efectos sintomáticos, rápidamente corrigió su postura, al descubrir que se trataba de fantasías tan efectivas como el mismo suceso. Por su parte Jung dio preeminencia a la realidad psíquica, que es la que realmente opera en nosotros como "apercepción" y que, finalmente, termina construyendo la realidad con base en complejos y arquetipos diversos.Por mi parte, como analista, nunca voy más allá de lo que el paciente recuerda, y veo cómo, poco a poco, durante el proceso, van aflorando los recuerdos necesarios y precisos, ni más, ni menos. Uso, frente a la memoria de los pacientes, el mismo principio que, según von Franz, recomendaba Jung frente al uso de alucinógenos: "El inconsciente sabe cuánto y cuándo". El ejemplo más explícito que puedo dar es el del consabido "yo no recuerdo mis sueños", que a la tercera o cuarta cita se transforma en la sorpresa de recordarlos.
Sabemos que la memoria, más que reproductiva, es decir, más que una grabadora de video a la que das "rewind" y "play", es tremendamente creativa, es decir, se parece mucho a un artista, o hace parte del andamiaje creativo de la psique. Nunca recordamos "fielmente", siempre se trata de un proceso en el que intervienen múltiples factores, y si a eso se suma el de la intención del terapeuta y su influencia, bueno, allí tenemos un coctel interesante como resultado (y también a la intención egóica del paciente habrá qué atender).Al mirar estas imágenes tan "realistas" de las IA, me preguntaba hasta dónde nuestra ingenuidad y la entrega de nuestra inteligencia a la de la máquina, podría llegar a generar un mundo irreal, lleno de recuerdos falsos, y gatos, y caballos, y papas... y papás. Aquí podríamos discutir lo de "irreal", pues parece una contradicción frente a lo dicho sobre la "apercepción", pero sólo como una aclaración rápida, diré que me refiero a "irreal" como todo aquello que depende exclusivamente del exterior o exclusivamente del interior (tema para ampliar más adelante).
Y un punto aparte para terminar: personalmente no tengo ningún temor de que mi profesión vaya a desaparecer por la IA, estas generan buenos consejos, tanto como los millones de libros de autoayuda que se pueden conseguir, buenos consejos que servirán a muchos, mientras que a otros simplemente no les bastarán (igual que ocurre con la autoayuda), porque esos otros necesitan el tempo del encuentro, el tiempo justo para que la memoria y todo lo demás, vaya construyendo un sentido creativo; de esos otros siempre habrá y de nosotros, también, eso sin contar con el hecho de que nosotros también somos pacientes de otros terapeutas y de nuestros pacientes ¡por fortuna!.
Lisímaco Henao H.
240423