martes, 8 de marzo de 2011

Femenino y Masculino: Una nota con motivo del mes de las mujeres

Por Lisímaco Henao Henao
Analista Junguiano IAAP


Cada cultura ha generado unos valores a los que señala como masculinos o femeninos. Cada ser humano de ese contexto cultural se esfuerza de algún modo por construirse correspondiendo con lo que es dictado para él. En esa tarea le apoyan o le presionan los otros y las otras de su entorno, ellos y ellas califican mediante la corrección o la burla, mediante la confirmación o el prejuicio, el estado del ego en cuanto a su adecuación a dichos valores. Configura entonces el ego su identificación con respecto al género y mientras tanto, en las profundidades del alma, se va conformando también otro modo de ver las cosas. En el lado sombrío de la personalidad, los valores dejados de lado, obviados, olvidados o reprimidos, se agrupan conformando el complejo contrasexual. Así, un ser humano cuya construcción de género denota cualidades preponderantemente femeninas, tendrá como un morador de su inconsciente un aspecto preponderantemente masculino. Otro ser humano, preponderantemente masculino en su ego, tendrá como habitante de su profundidad un complejo mayormente femenino. Esta podría ser la explicación más simple para el funcionar de los elementos genéricos en la psique y me atrevo a graficarla así:





Cuando hablamos de contrasexualidad psíquica (la masculinidad o la feminidad inconscientes), es recomendable contar con la relación que esta tiene con el modo consciente de funcionar. Porque el radicalismo según el cual “los hombres deben integrar lo femenino y las mujeres deben integrar lo masculino”, suele dejar de lado un amplio espectro de posibilidades de realización. Es bueno recordar que muchos hombres en la actualidad no logran identificarse con la idea de que ellos realizaron lo masculino y reprimieron lo femenino, pues son conscientes de muchos elementos femeninos que ahora hacen parte de su ego. Con muchas mujeres sucederá igual, ellas habrán integrado en su conciencia elementos que la cultura occidental valora como típicamente masculinos, por lo que, extrañamente pueden llegar a estar lejos del femenino (típico). Esto quizás ha sucedido siempre en la historia de la humanidad, pero no de una manera tan masiva como en los últimos cien años. Sí que podemos encontrar hombres “femeninos” y mujeres “masculinas” en todas las épocas de la historia occidental del patriarcado, pero una ruptura como a la que asistimos desde hace algunos años a nivel colectivo parece totalmente inédita.

Este tipo de reflexiones nos llevan siempre por un camino complejo y nos plantean una pregunta: contrario a lo que se ha planteado tradicionalmente en el análisis junguiano ¿algunos hombres deben, entonces, trabajar en integrar lo masculino y algunas mujeres en la integración de lo femenino? De ser así, nuestras premisas con respecto a los sueños tienen que dejar de ser tan rígidas pues también llegamos a decir cosas como estas: “en los sueños de los hombres, las mujeres representan su femenino” ¿y si este hombre tiene muy desarrollado su femenino? ¿Qué representan?

No me disgusta para nada tener que relajar los presupuestos rígidos con los que trabajo, creo que de eso se trata precisamente la psicología, de lograr, tal como lo plantea el proverbio chino, una flexibilidad como la del bambú que, sin quebrarse, se inclina y permite al viento pasar. Los psicólogos, en muchos de nuestros discursos, adolecemos de dicha flexibilidad y planteamos verdades que pretenden ser de cuño universal, tomadas de alguna frase, de algún autor, sobre las que no se ha reflexionado cuidadosamente.

Existe otro camino para resolver este conflicto de los géneros y su integración o su lucha. Se trata de aquel que se basa en la negación de los valores masculinos y femeninos, aduciendo que son “meros inventos” de un patriarcado perverso. Frente a esto sólo podemos decir que la psicología se ocupa de lo que acontece en el alma humana y que, en la conciencia de aquellas personas con las que tratamos, estos "inventos" tienen efectos simbólicos profundos y hacen parte de su realidad (psíquica). Los opuestos quizás no existen en la naturaleza, pero en la percepción humana existen de hecho y generan el conflicto que mueve nuestro psiquismo. Es posible que no sepamos qué es lo masculino y lo femenino “en realidad”, pero por lo pronto sabemos que somos vividos por una serie de símbolos a los que comprendemos desde esa polaridad. Como afirmé en un escrito anterior (ver) , es posible que nuestra tarea no sea descubrir qué es ser hombres o qué es ser mujeres (qué es ser masculinos o femeninos), sino qué es ser humanos, pero para llevar a cabo esa tarea se nos hace imprescindible adentrarnos en las imágenes y representaciones que hemos construido para nombrar ciertas fuerzas que nos habitan, nos mueven y nos conmueven, esas mismas que nos unen y nos separan. Por lo demás, hay que tener en cuenta que muchísimas mujeres y muchísimos hombres de este planeta viven en unos contextos en los cuales estas ideas sobre las luchas de género y demás, les resultan totalmente inaprehensibles, representando ellos, quizás, esa parte de conservadurismo que nosotros, que nos consideramos "ilustrados", también llevamos.

Finalmente. También tenemos la oportunidad de ir abandonando esos viejos trastos que son las imágenes de feminidad y masculinidad tradicional, las que se definen por formas tan simples como el estar en casa o vivir el mundo exterior. Es necesario que también veamos en estas viejas formas los símbolos más básicos de eventos psíquicos aún mayores. El que un hombre se dedique a cocinar no le hace, necesariamente, más femenino y tampoco hace masculina a una mujer el ser la gerente general de una importante empresa. Por ejemplo: ¿Puede alguien (hombre o mujer) considerarse muy femenino por haber aprendido a hacer lo que antes le estaba vedado, si al mismo tiempo es ignorante totalmente frente a sus aportes a la degradación del planeta? Y en la otra orilla: ¿Puede una persona (mujer u hombre) considerarse muy masculina por hacer lo que se consideraba exclusivamente masculino, si al tiempo le cuesta poner un límite a su ambición?... ¡definitivamente es estupendo para el desarrollo de la imaginación llegar a comprender que nada es tan claro como parece! Ahora vuelvo a mirar mi gráfica simple de la configuración de lo femenino y lo masculino y me río de mí, si todo fuera tan claro ya podríamos parar de luchar, de hacer poemas y leer novelas, de preguntarnos y en fin, de soñar.