miércoles, 24 de junio de 2020

Apuntes para un cineforo: "La Pianista" de Michel Haneke (1)

EL AMOR QUE MATA

Acerca de “La Pianista” de Michel Haneke. 2013

Apuntes de 2020. Para ver lo escrito en 2003 has click aquí

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“¿Porqué hago películas?
Nunca preguntes a un ciempiés porqué camina o se tropezará.”
M. Haneke

Las Sonámbulas. (Gibran Khalil Gibran)
En mi ciudad natal vivían una mujer y su hija, que caminaban dormidas. Una noche, mientras el silencio envolvía al mundo, la mujer y su hija caminaron dormidas hasta que se reunieron en un jardín envuelto en un velo de niebla.Y la madre habló primero, y dijo: “¡Al fin! ¡Al fin puedo decírtelo, mi enemiga! ¡A ti, que destrozaste mi juventud, y que has vivido edificando tu vida en las ruinas de la mía! ¡Tengo deseos de matarte!"Luego, la hija habló, en estos términos: “¡Oh mujer odiosa, egoísta y vieja! ¡Te interpones entre mi libertad y yo! ¡Quisieras que mi vida fuera un resultado de tu propia vida marchita! ¡Desearía que estuvieras muerta!"En aquel instante cantó el gallo, y ambas mujeres despertaron. La madre dijo amablemente “¿Eres tú, tesoro?” Y la hija respondió con la misma amabilidad: “Sí; soy yo, querida madre”.


En un cineforo anterior hablábamos de Federico Fellini y decíamos que los directores actuales pueden ser muy buenos pero que muchos de ellos se encuentran reducidos a simples empleados de los grandes estudios y productoras, lo cual no nos permite percibir la vida de alguien atravesado por una vocación, aquel cuyo recorrido pudiésemos percibir a través de su obra. Esta vez nos encontramos con uno de esos autores tremendamente vocacionales cuyo rasgo principal parece ser la valentía de enfrentar a temas que normalmente son incómodos o “poco comerciales”, para hablar en el lenguaje del negocio del espectáculo. Muchos le conocieron recientemente, en 2013, debido a que se hizo al Oscar como mejor película extranjera por su obra “Amor”, en la que retrata el amor maduro, la vejez, la muerte, la eutanasia y el miedo asociado a todo ello, una obra que surgió debido a una experiencia familiar de mucho dolor, pero que también es una obra coherente con su propio momento vital. Otras películas que podemos recomendar, si quedaron impresionados por esta y curiosos acerca de la obra de Haneke son La Cinta Blanca (de 2009) o El séptimo continente (de 1979). Estén seguros de que no quedarán defraudados o, por lo menos, no intocados, como deben haber quedado con La Pianista.

SinópsisEs esta la segunda película del siglo XXI por parte del director austríaco pero trae uno de los temas más complejos de todos los explorados por el psicoanálisis en los dos siglos anteriores, tanto por la corriente freudiana como por la junguiana. Se trata aquí de las relaciones entre madre e hija y de los efectos que dichas relaciones pueden llegar a tener. Pero para no saltar directamente a los análisis causales tan comunes frente a este tipo de películas, vámonos por el camino largo, es decir, el mismo que sigue la película, comencemos, entonces, por el Ego y sus máscaras. El director quiso comenzar mostrándonos el elegante y refinado mundo de los profesionales y los admiradores de la música clásica en Europa.

Erika, la altiva y exigente profesora de piano, rígida con sus alumnos y perfeccionista en su propio trabajo, ha entregado su vida y sus habilidades artísticas a la obra de Franz Shubert, el gran compositor austríaco que, con tan sólo 31 años, perdiera la razón hacia el final de su vida, un destino similar al del padre de la protagonista. Volveremos sobre esto pues hay algunas pistas para nuestra reflexión en el admirado músico.

La madre de Erika se presenta como una madre entregada, celosa con la carrera de su hija, que le cuida hasta el más mínimo detalle en sus comidas y sus relaciones, no conteniéndose para nada cuando se trata de advertirle sobre el joven pianista que podría superarle en su interpretación de Shubert o sobre la pérdida de tiempo que implica entregarse a placeres mundanos. Una mujer simple cuya única conexión con ese mundo refinado es la misma Erika, lo que se nos pone de presente en la escena en la que se le hace insoportable una charla sobre un antiguo instrumento musical, durante la recepción privada en la que conoce al joven Walter Clemmer.

La pianista: un clásico de Haneke en el ciclo Placeres y angustias ...Walter Clemmer, ingeniero de profesión pero un cultor de la música clásica con aspiraciones de pianista, el ímpetu de la película, quien imprimirá energía y libido a toda la situación dada su edad y su carácter apasionado. Un sentimental que encontrará en Erika una imagen qué admirar, pero también un objeto primero de amor y luego de los más bajos instintos, ya veremos cómo.

Otros personajes importantes serán los jóvenes estudiantes que aparecen allí para irnos mostrando gradualmente la ironía y la crueldad hasta la que es capaz de llegar Erika, por ejemplo, la chica que es objeto de una crítica tenaz y destructiva y que será objeto, más tarde, de un ataque físico que le dejará inhabilitada para tocar el piano. Esta ironía y esta crueldad, hacen parte de algunos de los aspectos que intentaremos comprender para alejarnos de una terminología demasiado moral, en nuestro deseo de captar la profundidad psíquica de la que provienen.

Si continuamos en el orden de “la vida” construida aquí por Haneke, enseguida las cosas comienzan a ponerse más complejas, vamos abandonando poco a poco el ámbito de la máscara, de los roles y las apariencias sociales, para internarnos en ese mundo más subjetivo, menos reglado y más particular de las relaciones con nosotros mismos, incluso hasta contactar con la sombra. En un giro que deja sorprendido a más de uno, Erika sale del conservatorio para dirigirse hacia un sitio de consumo de pornografía. Erika, nos damos cuenta, es cliente habitual del sitio y se satisface oliendo los papeles que usuarios anteriores han dejado en las basureras. Más adelante la veremos haciendo un ejercicio de mutilación genital y atacando a su estudiante poniéndole vidrios en el bolsillo del abrigo. Todos estos actos se intercalan con las clases, con los intentos de seducción de Clemmer y con fuertes discusiones con la madre quien llega a romper su ropa si ella se retrasa un poco en la calle.

La Pianiste | Harmonica CinemaHacia el final, accederá a la seducción sexual de Clemmer imponiéndole unas reglas muy claras sobre cómo amarrarla y golpearla. Al final, el joven intentará abandonarla por considerarla completamente loca y, tras la insistencia de ella, terminará violándola y despreciándola, activado también en su propia complejidad.

¿De qué se trata todo esto? Ya lo hemos anunciado. La madre, sobreprotectora e inmersa en sus propios complejos, no ha podido más que distanciar a Erika de toda vivencia humana auténtica, sólo ha preservado y estimulado su lado racional a través de la música y le ha convencido de que sólo será digna de su amor si se adhiere a esta dinámica. En ese estado de cosas los aspectos eróticos y sentimentales no se desarrollan más allá de una etapa muy infantil, casi animal. Así, en lo referente a la sexualidad, el cuerpo de la madre es el único cuerpo válido, vinculado a sensaciones infantiles no mediadas por emociones más elaboradas. Y ya que la emocionalidad de la madre es aquí también una emocionalidad que pendula entre los extremos de la frialdad y la explosión incontrolada, también las únicas emociones son esas, las que comúnmente están ligadas a la sobrevivencia: el ataque y la huida.
 
Desde estos puntos de vista podemos comprender muchas de las escenas vividas por los protagonistas: La admiración por Shubert, un personaje caracterizado tanto por su genialidad como músico que como libertino, promiscuo y poco amante del aseo personal, dibuja muy bien la duplicidad de Erika, pero también su profunda necesidad de contactar con su lado erótico y emocional, totalmente prohibido para ella (esta admiración cumple también la función de evocar inconscientemente al padre, quien enloqueciera antes de morir igual que el gran músico). Su gusto por la pornografía y su deseo de ser tratada como objeto resultan, así mismo, de aquella represión, pues no se le ha permitido acceder a la sexualidad adulta, la cual, por naturaleza, está compuesta tanto de contenidos simbólicos (incluyendo dosis de sentimiento y la poética del encuentro), como de contenidos materiales (genitalidad y licencias mútuas para ser tratados como objetos en un momento determinado). Pero la sexualidad infantil no llega a esa complejidad y se queda tan sólo en el cuerpo, lo que se agrava por el hecho de que ese cuerpo es reconocido exclusivamente a través del ojo simple y extremadamente básico de las películas pornográficas -la madre de Erika, podemos intuirlo, no es mucho lo que tendría para enseñarle a su hija en ese campo-. Es por ello que una de las últimas escenas, una que nos resulta tan impactante, es la de la hija intentando erotizar el cuerpo de la madre, declarándole que le vio el sexo, quizás, un intento de decirle a esa madre castrante y devoradora que “casi le ha pillado”, algo que todos desearíamos para la abnegada profesora.

PESSOA: Michael Haneke / La pianistaAl revisar la última escena, la de Erika apuñalándose en acto más de automutilación, podemos sospechar que ella intuye lo que necesita: una mayor consciencia de sí misma, un comprender sus propias vivencias, sus causas y sus efectos, un trabajo para ella tan difícil que sólo lo puede actuar en lo real mediante la autolesión. Esas autolesiones parecen tener el significado de una necesidad profunda que tenemos todos de sentirnos vivos, una experiencia de la vida intensa que supere los dictados de otros, de la madre por ejemplo, dictados tanto conscientes como inconscientes.

Haneke nos ha presentado así in extremis, una situación para nada excepcional. Conservando algunas distancias, sabemos por la clínica con mujeres y hombres coptados por la psique enferma de la madre, que en ocasiones la única salida posible es el propio cuerpo, el cual ha sido identificado con el deseo de la madre, el único deseo al que se puede acceder. Es como si ese “ser devorado por la madre” tuviera el efecto de una fuerte proyección: todo lo corporal es la madre, pudiéndose comprender, en esa dinámica, muchos de los trastornos que, comúnmente, se le asocian: trastornos sexuales (hipersexualización e impotencia entre otros), alimenticios (Bulimia y anorexia) y el llamado trastorno bordeline, en el que el sujeto se mueve continuamente entre neurosis y psicosis con especial protagonismo del cuerpo y que suele incluir practicas tipo cutting (autolesión). Pero también esta dinámica madre-hija o madre-hjijo, puede tener como consecuencias una serie de mutilaciones psicológicas o morales, es decir, se atacan los propios valores y las propias habilidades, lo que va a ir pasando gradualmente también con Erika, en quien la poderosa máscara termina siendo también destruida. Pero todo esto es, en definitiva, un intento muy inconsciente de sanar, de atacar aquello que reduce la vida: el devoramiento de lo materno, sea este representado en la madre o en la familia, pues hay familias enteras devorando individuos, eso será tema de algún otro cineforo, posiblemente.

Lisímaco Henao Henao.

Psicólogo. Mg. Psicología Analítica.
Analista Junguiano SCAJ-IAAP