miércoles, 15 de febrero de 2012

Preguntas, reflexiones y ocurrencias a propósito del Café con los arquetipos: "EL ANIMUS, el arquetipo de lo masculino". Liliana Arbelaez


El conversatorio "Un café con los arquetipos" ha servido como puerta de entrada a las imágenes arquetípicas que vivimos y que nos viven. En el caso del animus quizás hubiésemos sido más fieles a la visión clásica del arquetipo (animus como la contrasexualidad interior en las mujeres), invitando a mujeres a hablar de sus relaciones internas y  sus proyecciones con respecto a dichas característica arquetipales. En cambio, decidimos invitar a cuatro hombres a que nos compartieran sus  vivencias de masculinidad, buscando con ello movilizar en los y las participantes las imágenes correspondientes a este núcleo energético de la psique .  Por supuesto en la sección de tertulia abierta mujeres y hombres del público pudieron expresar sus inquietudes, claridades y preguntas. El siguiente artículo es el testimonio de una mujer con respecto a la actividad. (L.H.)


Preguntas, reflexiones y ocurrencias a propósito del Café con los arquetipos: "ANIMUS, el arquetipo de lo masculino". 

Centro C. G. Jung. Medellín- Colombia.  Sábado 4 de febrero de 2012

Por Liliana Arbeláez Naranjo.



El encuentro con lo Masculino, tuvo lugar a eso de las 4:30pm de ese sábado; fueron invitados cuatro bellos hombres (1), que a manera de regalo, nos brindaron sus historias… Historias que entretejieron algunas respuestas sobre los estereotipos que hemos construido y nos imponemos en nuestra sociedad, frente a la pregunta ¿Qué es ser un hombre?; pero que también van dejando un rastro sutil, que dirige nuestra intuición, de nuevo, a la pregunta nunca resuelta, por: ¿Qué es lo Masculino? con mayúscula; y cómo este Arquetipo se hace carne: en la vida, la fuerza, el reto, la objetividad, la luz, la claridad, la lucha por la vida, el honor en la palabra, la búsqueda de la verdad… y un sin número de cualidades Masculinas, que se corresponden con múltiples coordenadas, que entretejen nuestras relaciones, nuestra realidad consciente e inconsciente, individual y colectiva… y que va construyendo, en el tejido social y en el inconsciente, un arco iris de colores y variados matices, que permiten que se escriba… “masculinos”, con minúscula y en plural… y podamos percibir, que a una misma pregunta por lo Masculino, hemos ido construyendo, según, la época, la cultura, los discursos, las creencias, etc. los muchos masculinos y sus propias formulas (100% masculino?; 75% masculino; 50% masculino; 25% masculino) y entre estos percentiles de la moda estadística, variados niveles y combinaciones con lo Femenino, ese otro Arquetipo, que no puede dejar de ser nombrado cuando de su relativo complementario se trata.

Las preguntas que intencionaron la conversación e impregnaron de fuerza los movimientos internos y externos que allí vivenciamos, se dirigieron a buscar en el recuerdo y a traer en el relato, imágenes que nos permitieran observar, cómo desde la niñez y en las relaciones tempranas, de estos cuatro hombres, se fueron configurando las respuestas a ¿qué es ser un hombre? en nuestro contexto; cuáles eran, han sido y siguen siendo, las propuestas de los referentes familiares y significativos, para darle forma y carne a esa pregunta por el ser hombre; qué recuerdos tenían de sus relaciones con los pares en la infancia; pero también con su padre como hombre, pero sobre todo la pregunta apuntó directamente a la relación con la madre, a saber cómo la relación con ésta, ha aportado a la construcción que han hecho del ser hombres.

Preguntas que en su génesis se hacen amenazadoras, pues entrañan cierto peligro de topar con el vacío, con el cuestionamiento de lo que se es o no se es, con el Arquetipo. Sin embargo contamos con cuatro valientes hombres que se arriesgaron… que asumieron el reto de desnudar su historia y en compañía de los presentes, congéneres desconocidos en su mayoría, adentrarse al laberinto que siempre conlleva este tipo de cuestiones.

Emergieron relatos con recuerdos llenos de emociones (2); de frases que como sentencias marcaron la vida de estos hombres (3); de prácticas en las que su cuerpo se rehusó a participar (4); y sobre todo, relatos que permitieron observar, que es precisamente el vacío que denota el Arquetipo, el que permite que el albedrío tenga lugar, en el arte de construirnos a nosotros-as mismos-as; aunque los límites de la libertad sean muy estrechos por la cultura que se le impone. Siempre, esa zona indómita donde habita el creador-a que hay en lo humano, terminará, por la gracia Divina que nos habita, saliéndose con la suya y construyendo, con el paso de las épocas, diferentes versiones de lo Arquetípico. Vacío que para muchos y muchas denota incertidumbre, pero que para otros y otras denota el maravilloso reto de crear de nuevo; no sabemos si mejor o peor que la versión anterior, pero por lo menos, si vamos sintiendo la urgencia de crear otras respuestas, donde las medidas, gramajes, porcentajes, “pisquitas” de lo uno y de lo otro, puedan tener lugar en un escenario Alquímico de transformación.

Para mi, desde este lugar de mujer, que ha construido su masculino fuerte, como estrategia de sobrevivencia en sus primeros años de vida, ante un padre-hombre, agresivo e imponente… Patriarca y guerrero; y luego ante la relación con el otro-otro, con ese alter ego, “desconocido” pero que siempre dejó entrever, desde el inicio del primer encuentro, su “parecido” con el padre-hombre, Patriarca, guerreo… o inquisidor, como un eterno retorno que se camufla entre los deleites del enamoramiento, pero que siempre terminará sorprendiéndote con la “verdad” que le habita, en los momentos de mayor vulnerabilidad… para mi, desde este lugar de mujer que reconoce que tampoco pudo escapar de los vicios que el estereotipo masculino conlleva en nuestra cultura y entendiendo que lo Masculino no es propiedad privada y exclusiva de los hombres… para mi en este marco en el que construí mi masculino como mujer, fue interesantísimo escuchar cada una de las historias de estos cuatro valientes. Pues mientras ellos iban narrando cómo la agresividad, como cualidad característica y enarbolada de lo masculino, en nuestra cultura patriarcal, los llevó a no querer identificarse con ello, a mi me llevó a buscar en la misma agresividad y en la “espada” (5), la posibilidad de sobrevivir y ser reconocida en una familia y sociedad donde los varones se han llevado la “mejor” (6) tajada.

El encuentro con lo masculino entonces se iba tornando difuso para mí, pues los referentes masculinos que esos hombres compartieron, con sus relatos, fueron mostrándome el porqué ellos habían tomado cierta distancia de lo masculino y optaron por combinaciones interesantes con lo femenino.

Yo, mientras tanto, desde la gratitud que a mi masculino le tengo, por la capacidad de la lucha en la sobrevivencia, por su capacidad de abrirse camino en un mundo de hombres y para hombres, porque me ha permitido honrar la limitada, pero necesaria labor del intelecto y de la razón; porque me ha enseñado el valor del honor frente a la derrota y el error; porque su coraje me ha permitido tomar decisiones que han cambiado el rumbo de mi camino y porque me enseñó también el valor de aprender a decir no!; porque en medio de la soledad y la oscuridad, en territorios desconocidos, nunca me dejó sola… Yo, la que soy, una mujer que ha necesitado de su masculino, iba percibiendo un tufillo en el ambiente, que señalaba lo masculino, en nuestra cultura, como “malo”, como “indeseable”, como “peligroso para la vida”, “como maltratador y sometedor de lo femenino” como “peleador”… y una intuición, que me estremecía los brazos y dejaba mi piel con los pelos parados, como una pantera (7) que cuida su territorio y sus “objetos” (8) de amor, iba y venia una y otra vez, diciéndome…: “lo Masculino no solo es el Guerrero, lo Masculino no solo es el Héroe que a través de la espada se ha erigido sobre sus enemigos…. Lo Masculino no es “malo” per se!!! Y en contra posición lo Femenino no es “bueno” per se!!!... lo Masculino nos ha servido y debemos honrarle en su Divinidad, no en lo que como seres humanos hacemos de Él.” Y fui comprendiendo que lo Masculino no es sólo el estereotipo y sus vicios. 

Y fue ahí, donde vino la imagen de la danza, luego de que Lisímaco (9) nombrara las palabras “equilibrio dinámico”. Evoqué y sentí mi cuerpo al danzar(10)… y pude reconocer cómo la danza en mí, trae lo Masculino y lo Femenino al servicio de mis movimientos, sin juicios de “malo” o “bueno”; tuve la intuición y casi, casi… la certeza, (como un aroma de perfume, que te sorprende la nariz y se te escapa velozmente, dejándote la sensación de frustración, al no reconocer el núcleo de su esencia) una certeza a manera de suerte de posible camino, para la construcción de otra respuesta a la pregunta por lo Masculino. Mientras tanto sentía como nos habíamos apartado del Arquetipo y nos íbamos adentrando en el discurso de los estereotipos, pero sobre todo, nos íbamos adentrando y observando los vicios de esas construcciones…. Y la pequeña voz continuaba diciéndome a través de la piel… “los Arquetipos son mucho más que eso y no son ni malos ni buenos”. Me parece interesante, por que nunca la oí decir que los Arquetipos no son eso, siempre dijo, que no son sólo eso!

Y mientras en mi interior (11) confluían las dos conversaciones, la que se llevaba en el afuera y la que yo llevaba adentro, comenzó el corazón a pulsar fuerte… lo sabía, no me iba a quedar callada, no iba a poder hacer el ejercicio de hacer silencio… y puedo reconocer sin temor a ruborizarme, que no sé si esto de querer hablar tanto, es una cualidad de mi femenino o de mi masculino. Pues en el mundo de los estereotipos, el acto de hablar y ser un poco imprudente o arriesgado/a, se ha visto en algunos contextos como femenino, sobre todo en los contextos íntimos y privados; pero en otros, los públicos, como una cualidad masculina… yo reconozco mi disfrute al hablar en los dos (12).  Así que yo cada vez más me voy quedando sin los límites bien demarcados, esos, que en la sociedad que habito aún se mantienen.

Bueno, a todas estas hablé… y el palpito de mi corazón era tal, que no recuerdo haberme escuchado en las primeras palabras (13), solo recuerdo que pude nombrar algunas cosas que aquí escribo, pero también sé que otras que no dije y que escribo, tuvieron lugar en la conversación interna que en mi continuó luego de terminado el café coloquio… a saber:

“… hay cosas de lo Masculino en mi que no quiero perder… pues para mi son cualidades muy bellas (no sé si buenas o malas, o si ello dependa del contexto y la intensión con la que emerjan estas cualidades), y tengo claro que hay cosas del estereotipo masculino y sus vicios que no quiero para mi y tampoco para los hombres de mi época y los que están por venir… tengo la sospecha y el corazón me dice que no soy la única mujer, que no tiene problema en taladrar o proteger a un hombre de los murciélagos o las negras mariposas y menos tengo problema con que un hombre haya construido su femenino en armonía y sienta ternura y todas las cualidades de lo femenino y las manifieste. Todo lo contrario, siento que este masculino en mi, necesita un hombre así que le permita expresarse; pero de igual manera, una voz que viene de no sé donde, me dice que hay algo de lo Femenino que también debe danzar en mí. Danzar en equilibrio dinámico, con un hombre que haya construido su masculino en armonía y permita desde su fortaleza que la fragilidad y sinuosidad de mi femenino encuentre un punto de apoyo para poder danzar… JUNTOS”




Li1 (14)
Enamorada de la vida, de los hombres y de las mujeres y de todo lo que el Creador-a nos ha regalado.




NOTAS


(1) Deniz Heldres (Antropólogo); Juan David Escobar (Contador de historias, productor de televisión.); Arnubio Roldan (Antropólogo y poeta); Carlos Alberto Ossa (Psicólogo)


(2) Aquí uno de los relatos más emotivos, fue la predilección de uno de los invitados por ver en su infancia, el programa de televisión llamado “Candy”, una caricatura de la época de los 80, que para quien la disfrutó en su infancia, no puede evitar evocar y sentir la ternura, dulzura y la candidez.
(3) Entre las frases puedo recordar: “¿Cuándo vas a tener la pinta?”, “Los hombres no lloran”, “Los hombres no realizan labores domésticas”, “los hombres compiten por ser fuertes”, “los hombres pelean”, “los hombres tienen relaciones sexuales a temprana edad”, “el más hombre es el que se acuesta con más mujeres”, “el más malo es el más hombre” etc.
(4) Fue interesante ver como algunos de los invitados manifestaban, que desde niños, tuvieron claro que no iban a realizar ciertas prácticas que eran y aun son, destinadas por nuestra cultura patriarcal solo a los hombres, ejemplo: darse puños con otros, taladrar, arreglar los daños de la casa o pegar clavos, enfrentar un murciélago o una mariposa de esas raras (negras), tener sexo con muchas mujeres.


(5) La espada como símbolo de la guerrera, de la intelectual, de la que busca la verdad y la defiende, de la mujer que se arriesga a viajar sola por el territorio colombiano, la que no “tiene miedo” o aparenta no tenerlo y que no se deja de nadie; la proveedora de la familia, a quien además le demandan tener siempre una respuesta; la que busca acceder al conocimiento por la vía del intelecto y la razón; la que cree que “la honestidad son los zapatos con los que hay que andar y que el destino es la libertad”! Parafraseando una canción de Mago de Oz.
(6) Está entre comillas por que en este momento vital de mi existencia, ese “mejor”, está siendo resignificado, transformado por mi Alma en la alquimia de la danza sagrada y por el encuentro con ella en mis sueños, ensueños, sincronicidades, correspondencias y ocurrencias.
(7) Animal totémico, animal salvaje que por estos días habita en mis sueños y en mi témenos sagrado y que me ha traído por algunos lugares de mi sombra, para entregarme, no sin dolor, la virtud que ella esconde.
(8) Un poco en el sentido de la psicología del Yo.
(9) Psicoterapeuta, psicólogo y magister en psicología analítica. Analista junguiano en formación.
(10) La danza de Ariadna que es coqueta, dulce y sensual, pero que necesita de un punto de apoyo que debe contar con fuerza y capacidad de dirección.

(11) La conversación de afuera, a través de mis oídos y de mi cerebro; y la de adentro en mi corazón.
(12) Sin embargo, he de reconocer abiertamente, que por estos días, el ermitaño me viene observando y desde su silencio me invita hacerle compañía y aprender de él un poco.
(13) Es cuando tienes esa sensación de que tu boca no alcanza la velocidad de tus pensamientos y tus oídos no alcanzan la velocidad de tu boca!
(14) Liliana Patricia Arbeláez Naranjo. Psicóloga, dazoterapeuta y especialista en docencia investigativa. Correo electrónico: liliarbe@yahoo.es