“La angustia es el precio de ser uno mismo”*
Acerca de la película “Cómo ser John Malkovich” ("Being John Malkovich", Spike Jonze, 1999)
¿Qué es la identidad?, en términos generales la definimos como el hecho psíquico de ser una persona y no otra, de desarrollar unas características que nos diferencian como sujetos. Para caracterizar la manera como esa identidad se juega en el terreno del mundo de los otros, Jung da con el arquetipo de la Persona o la Máscara, la que define como el Yo social. Es probable que nos encontremos frente a una película que ha logrado tocar de una manera muy profunda este concepto de la Persona, la máscara que como actores nos ponemos para enfrentar cada situación, pero sin dejar de lado un problema aún más profundo que la Persona misma: el hecho de que la identidad no puede basarse tan sólo en lo que los demás esperan de uno o en lo que a uno le gustaría ser para otros, el hecho de que la identidad, ese conjunto de características que nos diferencian, tiene raíces que se extienden hacia nuestra naturaleza más profunda, la más arquetípica digamos.
Los personajes principales de la película han llegado a los cuarenta, esa edad en la que ubicamos la gran segunda revolución de la personalidad, la primera se habría producido en la adolescencia con las típicas preguntas sobre el quién soy yo, preguntas que regresan esta vez con una contundencia mayor, ya que lo que se tiene hasta el momento parece satisfacer tan sólo un aspecto, el externo. El matrimonio de Craig y Lotte ha caído en la monotonía y ella ha dirigido toda su energía hacia los animales, incluido el simbólico chimpancé bajo psicoanálisis de un trauma infantil. Craig se acerca a la mediana edad pero se resiste a cuestionar profundamente sus habilidades, su suerte o la oportunidad que el mundo le puede ofrecer para ganarse la vida como titiritero, simplemente espera, la oportunidad llegará cuando pueda robarse la fama de otro, el cuerpo de otro, la identidad de otro.
Porque el gran problema de la identidad, de la propia diferenciación, es no sólo reconocerla sino además, aceptarla creativamente. Pero en esta historia todos los personajes parecen encontrarse en un momento en el que no logran elaborar la verdad sobre sí mismos y están buscando la salida fácil de la imagen externa, como si se preguntaran ¿cómo quién debo ser para sentirme bien?, esa pregunta parece sustituir a la pregunta fundamental ¿cómo sentirme bien con quién soy?. Ni siquiera el anciano Lester ha aprendido a vivir con quién es, de hecho ha sido muchos para no tener qué envejecer y renunciar a la lascivia juvenil. Va de cuerpo en cuerpo evitando la vejez, la muerte, en general, la fragilidad. Pero además es como un virus pues ahora, cansado de estar solo en esa vida de sustituciones, ha contagiado a otros ancianos para que hagan juntos el viaje de la veleidad.
Este cuadro, ¿no les parece a ustedes demasiado conocido? ¿No es una lectura de las actuales salidas a esa profunda angustia de tener que ser uno mismo con la cara que tiene, el dinero que tiene, la inteligencia que tiene, el cuerpo que tiene, la sexualidad que tiene?. Es una buena lectura me parece a mí. La declaración de Lotte acerca de buscar a un doctor que la convierta en hombre, es el resumen de todo lo que pasa en la película. Todos queremos ser John Malkovich en alguna ocasión, lo mismo sería decir querer ser cualquier estrella de cine o, no lo olvidemos, cualquier vecino que hayamos creído en algún momento que vive mejor que nosotros. Recuerdo que alguna vez una paciente que se sentía muy mal consigo misma, me confesó que navegaba por las redes sociales de Jeniffer López y se preguntaba cómo había logrado esa mujer ser tan feliz y no tener ningún sufrimiento. La imaginación puesta en el afuera nos lleva muy lejos de nosotros mismos e incluso falsea al otro, lo idealiza, nos hace olvidar que ha sufrido, sufre o sufrirá y quizás de maneras peores que las nuestras.
Al principio de la película Craig, hablándole al chimpancé mientras ve en la televisión a los que sí han triunfado como titiriteros dice “La consciencia es una maldición terrible, pienso, siento, sufro y lo único que quiero a cambio es poder hacer mi trabajo”. Jung afirmó también que la consciencia es un gran privilegio pero además un castigo, que ser consciente es muy doloroso pues en tanto más consciente se es, más aspectos difíciles se tienen que aceptar de la propia naturaleza. Sabemos que más que seguros, perfectos y ciertos, somos erráticos, inciertos, equívocos, mortales y susceptibles a la enfermedad.
Quien parece salvarse (entre comillas), de toda esta angustia es Maxine ¿qué tiene ella que hace que simplemente pase sobre las circunstancias moviéndose según la marea y disfrutando cada momento? ¡Parece el ser ideal! Pero muy por el contrario lo que se muestra mediante el personaje Maxine es esa salida psicopática que tiene que ver con no dejarse tocar ni del dolor del otro, ni de su dificultad, la respuesta de ella es vivir por el propio placer, un narcicismo que imita la identidad pero que tampoco la logra pues se aparta de lo que nos hace humanos: la empatía. Su frialdad sólo se compara con su instinto de autosatisfacción. Maxine es otro títere, es entonces, un títere de su propio deseo, algo la mueve a ella desde dentro y no podríamos llamar exactamente consciencia a eso, pues para encontrar consciencia es necesario encontrar también la consciencia de los otros y de las otras. Lo que la mueve desde dentro es su propia animalidad.
La gran metáfora usada en la película es la del mundo de los títeres. Cuando John Malkovich ingresa en su propia alma, encuentra todos los personajes posibles con su propio rostro, pero no nos engañemos, no nos están diciendo que somos los titiriteros de nuestras figuras interiores, por el contrario, en último análisis somos movidos desde dentro, por ello resulta muy conveniente estar atentos para que la consciencia regule ese movimiento y no los arquetipos o los complejos que pueden hacerlo por su propia satisfacción, como Maxine.
Finalmente resta decir que, en mi opinión, el único que resuelve algo en esta película es el chimpancé, con el que se hace la gran caricatura del ser humano marcado por su pasado. Quizás nuestra animalidad tenga respuestas, el homo sapiens primitivo que nos habita sepa más de cómo deshacer el nudo y sacarnos de esta jaula de las ilusiones. Tenemos que escuchar con más atención a nuestro pasado individual y colectivo. Allí están todas las respuestas porque allí, ya todo ha sucedido.
*El título de este apunte proviene de “Canción de invierno”, de Silvio Rodriguez.
Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo. Mg. Psicología Analítica.
Analista Junguiano SCAJ-IAAP
Analista Junguiano SCAJ-IAAP
Medellín, Abril de 2020