viernes, 29 de enero de 2021

LO APOCALÍPTICO Y LA INCERTIDUMBRE. Por Lisímaco Henao Henao.

 LO APOCALÍPTICO Y LA INCERTIDUMBRE.

Anuncios del fin del mundo en tiempos de pandemia.

Las épocas de grandes crisis colectivas son caldo de cultivo para las ideas e imágenes apocalípticas, tanto si se trata de estrategias bien planeadas para engañar y manipular o de erupciones espontáneas de lo inconsciente colectivo a través de personas suceptibles a ellas.

Es cierto que cada año tiembla la tierra, se desbordan ríos y algún loco con poder desencadena una guerra, pero no todos los años ocurre una pandemia, esto es algo que nos está tocando vivir y que hace mucho tiempo no sucedía a tal escala. Esto nos coge por sorpresa y tiene las mismas características de un trauma psíquico individual, es decir, se trata de imágenes, sentimientos y emociones para las cuales el Yo no está preparado o, dicho de otra forma, el Yo se encuentra frágil y sin imágenes para responder a la imagen sobreviniente.

Es entonces cuando lo inconsciente busca compensar esa debilidad con algún tipo de respuesta, esas respuestas podemos agruparlas bajo la categoría de "lo apocalíptico". El término proviene del griego ἀποκάλυψις (apokálypsis) y significa "Revelación". El más conocido en occidente es el escrito por Juan de Patmos, en momentos en los que el imperio romano llegaba al apogeo de su oscuridad, crueldad y declive cultural, la masacre, la violencia y la degradación moral en general, eran el signo de los tiempos, frente a lo cual lo inconsciente se "reveló" con mensajes de una destrucción mayor pero con el objetivo de una renovación total (cielo nuevo, tierra nueva y "los justos" habitándola).

Y es que ese es, finalmente, el sentido último de toda literatura apocalíptica: que ya que todo está tan mal, venga una gran disolusión que permita la renovación completa. Si se piensa bien, el Yo altamente traumatizado, padeciendo el no saber nada de lo que vive, el miedo radical, la incertidumbre frente a lo que sigue, puede optar por aceptar esta imagen arquetípica de renovación con un "la muerte es mejor que vivir así", pero si, además, se le promete que estará entre los sobrevivientes (como suele suceder con los anuncios de tipo religioso), esto se vuelve aún más seductor.

Recientemente una iglesia en Colombia anunció fecha y hora para el fin del mundo. Según su líder, habían contactado a una persona muerta recientemente, que les había comunicado el dato. Si suponemos que así fue, se trataría de una erupción espontánea de lo inconsciente colectivo, un fenómeno bien conocido de canalización de una idea arquetípica (el apocalípsis), que, por supuesto, los fieles se tomaron literalmente y en el estilo religioso que les es propio. La idea del muerto que habla a través de un vivo es tan antigua como la humanidad misma (quizás fundamentada en nuestros sueños con seres queridos fallecidos), y puede representar a lo inconsciente colectivo y su intento de compensar un estado precario de la consciencia.

Por supuesto también podemos suponer una mala intención en los líderes que saben que las masas, en estos momentos de incertidumbre, anhelantes de respuestas y promesas que los liberen de la carga de tener que soportar la duda, aceptarán su relato facilmente.

Pero no se crea que la dificultad para soportar la incertidumbre es propia sólo de personas religiosas, Jung hace una interesante afirmación al respecto:

"Si uno tiene convicciones religiosas, es decir, si "cree", siente que la duda es algo muy desagradable y tiene miedo de ella. Por esta causa prefiere no analizar el objeto de su fe. Si uno no tiene ideas religiosas, le resulta desagradable confesarse a sí mismo el sentimiento de esta falta, y hace claro alarde de su "ilustración" o da a entender al menos la noble sinceridad de su agnosticismo." (Respuesta a Job. FCC, México, 1987 pg. 110)

De aquí se desprende que también en personas no religiosas puede emerger la imagen apocalíptica como respuesta inconsciente. En estas, toma la forma de teorías conspirativas según las cuales, se ha planeado algo en algún lugar que llevará al mundo a la muerte y a un posterior nuevo órden en el que reinarán los elegidos, es decir, el mismo esquema, pero disfrazado de teorías políticas o científicas: asesinato en masa para el control de la población, guerra bacteriológica que acaba con gran parte del mundo, un nuevo orden mundial que controlará nuestras mentes mediante chips y manipulación de nuestras conductas y de nuestra "libertad", en otras palabras: muerte, disolusión de lo conocido y un nuevo estado de cosas. Eso es claramente - y arquetípicamente - apocalíptico.

Soy perfectamente consciente de que ni los unos ni los otros estarán de acuerdo conmigo en que se trata de un asunto puramente psíquico, ya que los primeros están seguros de su fe en las imágenes religiosas advinientes (o en el líder que los está manipulando), y los segundos están seguros de su fe en sus teorías y su "raciocinio". Sabiendo eso se que escribo también una teoría, aunque con bastante sustento en la experiencia. Les recomiendo el citado libro de Jung acerca de la línea judeocristiana que lleva desde un mítico inicio de los tiempos, hasta el apocalipsis de Juan en la biblia y que cada uno, que cada una, revise su búsqueda ansiosa de respuestas que puede llevarle a aceptar cualquier cosa y a alejarse de la realidad más inmediata, es decir, de la responsabilidad de cuidarse y cuidar a los más cercanos.

Finalmente, es necesario decir que este movimiento en la psique también tiene un significado positivo, que apunta a la necesidad de una renovación de la que se ha hablado mucho también en nuestros tiempos, pero el que esta pueda advenir dependerá de la disposición de las consciencias individuales, y de la consciencia colectiva, para acoger el símbolo y hacerse cargo.

PD: en cuanto al arte, trato los temas de la literatura y el cine distópico bajo esta misma luz. En otra ocasión lo compartiré.

Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo y Analista Junguiano.
29 01 21