El presente artículo se encuentra alojado en el blog https://paolaayalavera.jimdofree.com/ de la psicóloga y analista junguiana Paola Ayala, quien ejerce su labor en Quito, Ecuador. Ella ha querido compartir con nuestra comunidad junguiana en Colombia sus ideas sobre el actual encierro debido a la pandemia. Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia
HACIA UNO MISMO
En algunas culturas antiguas para que un miembro de la comunidad pueda ser llamado sabio o el sabio de la comunidad, debía entre otras cosas pasar por un tiempo de encierro que era considerado como un proceso de iniciación espiritual, que tenía como objetivo crear un espacio para incrementar la experiencia interna y de está manera recordar antiguas heridas, removiendo así el mundo emocional del individuo, conduciéndolo a contactar con espacios de su propio psiquismo hasta el momento desconocidos, en este proceso se ponía a prueba el valor del aspirante, la capacidad de realizar una renuncia al status quo. Este tipo de sacrificio promovía que dentro de la persona se encontrara algo valioso, que lo cambiaría para siempre. Surgía entonces la sabiduría, un conocimiento más allá de lo intelectual, que proveía a la persona respuestas que sólo podían surgir de haber transitado el sendero del propio sufrimiento y haber sobrevivido a el.
EL MUNDO DE HOY.
Hoy nos encontramos alrededor del mundo en un encierro obligatorio, un encierro que procura precautelar la propia sobrevivencia, y pone a prueba nuestra templanza. Nos encontramos frente a la pérdida, hemos perdido nuestro estilo de vida tal y como lo conocíamos, hemos perdido el contacto cotidiano con el mundo exterior, ya no hay lugares de encuentro disponibles ni para el estudio, ni para el deporte, ni para el arte, ni para nada. Aquellas afinidades que nos unían a otros en esos espacios simplemente no son posibles. Este es un momento de renuncia a muchos temas considerados como normales en nuestro mundo de antes. Ahora sin embargo se convierten en un anhelo por el momento inalcanzable.
Este es el sacrificio que se nos reclama para dar prioridad a la salud, a la vida, con un alto precio a pagar. El sacrificio también está relacionado con la incertidumbre en varios aspectos, entre ellos saber cuánto durará y el impacto que tendrá a nivel individual y mundial, lidiar con la incertidumbre pone a prueba todos los recursos internos de los que disponemos para mantener la cordura frente a la crisis.
¿NOS TRANSFORMAREMOS EN EL INTENTO?
Esa pregunta la tendremos que responder cada uno, el encierro nos conduce a momentos de silencio, momentos en que la única voz que se escucha es la de uno mismo. ¿Qué nos dice esa voz?, ¿Sobre qué nos habla?. El encierro pone a prueba el gusto que podemos tener con nuestra propia compañía, el niño pequeño que en su cuna se entretiene jugando con su propio pie es una hermosa imagen de estar feliz con uno mismo. ¿Cómo me animo cada día?, ¿Qué me proveo para mi propia felicidad?. También estamos afrontando lo cotidiano, esos quehaceres propios para la sobrevivencia de cada día cocinar, limpiar, etc. ¿Puedo cuidar de mí?, ¿Puedo invertir mi tiempo en aquello básico y fundamental cada día?, ¿Con qué actitud lo hago?. El encierro también nos pone en los bemoles de la convivencia y del contacto que podemos mantener o no con quién está en la distancia; ¿Cuánto nos importa el otro?, ¿Qué es afín entre nosotros?, ¿Qué es lo que nos separa?, ¿Qué puedo compartir?, ¿Qué puedo tolerar?, ¿Con quién y cómo nos estamos relacionando?, ¿Qué es lo mínimo que espero de la relación?. Todo está siendo puesto a prueba, simplemente porque no hay un lugar al que podamos escapar de la realidad, y nos vemos forzado a afrontarla.
Estamos siendo sacudidos por una situación que de ninguna forma está en nuestras manos que termine, estamos siendo interpelados por nuestros propios temas pendientes, por nuestros propios anhelos olvidados. Sí, es una oportunidad de transformarnos y encontrar en nuestro interior aquellos valores inquebrantables que conforman nuestra personalidad, aquello que no nos puede ser arrebatado por ningún motivo, ni siquiera por una situación tan dura como la que estamos viviendo. Tal vez podemos encontrar aquello que da valor a nuestra existencia en este mundo, que nada tiene que ver con lo que se puede mostrar socialmente, pues ahora desde el encierro no importan ya aquellas cosas que daban estatus.
El sufrimiento del aislamiento inevitablemente nos lleva a lo esencial de nuestro ser. A la conciencia de aquello que nos nutre o nos lastima, aquello que contribuye a nuestra alegría o nos genera penas, nos lleva a clarificar qué de uno mismo y qué de las relaciones construidas nos aporta la sensación de pertenencia, de realización, de felicidad. Si hoy fuera el último día de nuestra vida, y hoy por hoy nos vemos enfrentados a esa posibilidad, ¿Es suficiente con lo vivido, lo que estamos viviendo hoy?.
La crisis no transforma a todo el mundo, porque cada uno tiene la última palabra para dejarse transformar. Con el paso del tiempo veremos lo que hemos permitido que suceda en lo profundo de nuestro ser.
Dra. Paola Ayala Vera.
Psicóloga Clínica
Analista Junguiana
Quito-Ecuador
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