Hoy se celebra en Colombia el día de la Psicología y sus profesionales.
A todas las personas dedicadas a servir al alma y a todas aquellas a quienes
interesa la psicología de alguna manera (pacientes, académicas, curiosas y
buscadoras), desde el Centro C. G. Jung de Medellín dedicamos estos párrafos en
los que se resume el sentido profundo del trabajo con lo psíquico, es decir,
con nuestro universo afectivo-imaginal, interno y externo, individual y
colectivo.
Presentamos fragmentos de Jung, Rafael López-Pedraza, James Hillman, Marion Woodman, Adolf Guggenbhül-Craig y
Wolfgang Giegerich.
"No hay que considerar a un paciente como un ser subordinado que se
tiende en un diván mientras uno se sienta detrás como un dios que deja de vez
en cuando salir una palabra. También hay que evitar en lo posible cualquier
sugestión de enfermedad. El paciente tiende de todas formas hacia esa
dirección, le gustaría refugiarse en la enfermedad: «... Uno se rinde, no tengo
más que tumbarme; estoy enfermo y agotado...». La enfermedad es también una
forma de solución para acabar con el problema de la vida: «¡Estoy enfermo;
tiene que ayudarme el médico!». Como terapeuta no puedo ser ingenuo. Hay que
tratar al paciente, cuando no tiene que guardar cama, como a una persona
normal. Yo diría que como a un igual. Esto ofrece una base sana para el
tratamiento. A veces vienen a verme personas con la esperanza de que yo
produzca un acto de magia médica. Se desilusionan cuando los trato como
personas normales y me comporto como una persona normal. Una paciente, en otra
consulta, había tenido la experiencia del «dios silencioso» detrás del sofá.
Cuando empecé a hablar con ella me dijo sorprendida, casi disgustada: « ¡Pero
usted exterioriza emociones, dice incluso su opinión!». Naturalmente que tengo
emociones, y también las muestro. Nada es más importante que esto: hay que tomar
a cada hombre realmente como tal, y por lo tanto tratarlo de acuerdo con su
singularidad." C. G. Jung. O.C. 10, § 881
“Mientras se sienta el contacto, la atmósfera de confianza natural, no
habrá peligro; e incluso si hay que mirar a los ojos al terror de la locura o a
la sombra del suicidio, subsiste esa esfera de fe humana, esa certeza de
comprender y ser comprendido, por más negra que sea la noche.” O. C. 17, § 181
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“Muchos de los estudios de psicología de este siglo, se han realizado en
Europa del Norte y en Norteamérica. La mayoría de los psicólogos, en especial
los junguiano que han heredado el concepto de Jung sobre los arquetipos, han
sido, principalmente, protestantes y judíos cuyas religiones, educación y modo
de vida proporcionan una formación ética y una conciencia inclinadas a la
represión o a la interpretación errónea del aspecto dionisíaco de la vida. Se
trata de un malentendido geográfico, histórico, étnico y religioso. No debe ser
una sorpresa que los psicólogos modernos encuentren difícil comprender la
relevancia y la presencia de Dionisos en la psique. Arquetipalmente, Dionisos
representa una psicología y, si no se percibe ni respeta su presencia, el
conflicto psíquico que ello crea, pasa sin ser detectado. Quisiera que el
lector entienda que estoy tratando de traer a discusión algunas de las cualidades
que Dionisos puede ofrecer a la psicoterapia. Por lo general, estamos tan
distanciados de las emociones que propicia la presencia de Dionisos, que la
conciencia de esta distnacia pudiera ser la única actitud dionisíaca posible.
En este sentido, es difícil imaginar, hoy en día, a un psicoterapeuta que
siendo sensible a la presencia de Dionisos, pudiese ser capaz de dar respuesta
desde un nivel dionisíaco de la psique y así propiciar un antiguo atributo del
dios: la curación. La experiencia del análisis personal del psicoterapeuta y de
los estudios de psicoterapia junguianos, hoy en día, no aparentan ser sino el
cumplimiento de un requisito académico. De ninguna manera, esto puede ser
dionisíaco.
Con la represión del Dionisos emocional, aparece la represión del
cuerpo. Ivan Linforth dice que el cuerpo siempre es dionisíaco, de lo cual
podemos deducir que Dionisos siempre es el cuerpo. Esto significa abandonar al
intelecto y estar en el cuerpo, sentir el cuerpo. Para mí, el tesoro más
valioso que se pueda alcanzar en psicoterapia es el cuerpo emocional y esto,
obviamente, está relacionado con Dionisos. Podríamos decir que hay un Dionisos
en nuestro cuerpo, que está esperando ser contactado y darnos acceso a la
riqueza de sus emociones y sentimientos.” Rafael López-Pedraza. Dionisos en
Exilio. Ed. Festina Lente, Caracas 2000. Pg 45
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“Llevando más lejos esta línea de pensamiento, diría que no existe un
arquetipo de curador o un arquetipo de paciente especial. Cuando una persona se
enferma, el arquetipo curador-paciente
está constelizado; el enfermo busca un curador externo, pero al mismo
tiempo el curador intra-psíquco es activado. Nos referimos generalmente a ese
último llamándolo «el factor curativo». Es el médico dentro del paciente, y su
acción curativa es tan grande como la del doctor que aparece en la escena
exterior. […] Un médico puede tomar puntos a una herida, pero algo en el cuerpo
y en la psique del paciente debe colaborar para que la dolencia desaparezca.
No es muy difícil imaginar el factor curativo en el paciente. Pero ¿en
el médico? Encontramos aquí el arquetipo del sanador herido
(wounded-phisician). Quirón, el centauro que enseñó a Esculapio el arte de la
medicina, sufría de heridas incurables. En Babilonia hubo una diosa-perra con
dos nombres: como Gula era muerte, y como Labartu, curación. En la India, Kali
es la diosa de la enfermedad y al mismo tiempo su curadora. La imagen
mitológica del médico herido está, pues, muy extendida. Psicológicamente ella significa no sólo que en
el interior del paciente reside un curador, sino también que todo curador es un
paciente.
[…]
De la proyección de un polo del arquetipo, tanto
médico como enfermo derivan satisfacciones momentáneas. Pero una sostenida
proyección significará que el proceso psíqucio está bloqueado: el paciente no
está ya interesado en sanar. El doctor, las enfermeras, el hospital, lo
curarán. […] En el médico la represión de un polo del arquetipo conduce a la
situación inversa. Comienza por tener la impresión de que la debilidad, la
enfermedad y las heridas no tienen nada que ver con él. Se siente el curador
que se ha curado; las únicas heridas son las de sus pacientes, pues él está
bien precavido; esas pobres ciraturas llamadas pacientes viven en un mundo
completamente diferente del suyo. Se desarrolla como un médico sin heridas, y
no puede entonces constelizar el factor curativo en sus pacientes. Se ha
transofrmado en nada más que un doctor, y sus pacientes son solamente
pacientes; ha desaparecido el curador herido. La situación está así clara como
el cristal: aquí está el doctor, saludable y fuerte, y allá el paciente, débil,
enfermo, extraño.” Adolf Guggenbhül-Craig. Poder y destructividad en
psicoterapia. Monte Ávila Ed. Caracas
1992. Pg 88-90
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"Yo soñé cuando tenía cáncer que iba a morir,
pero esa noche recé para no tener miedo y para poder aceptar cualquier cosa que
me dijera el doctor. Tuve un sueño en el que soy un pastor en la colina, en
navidad, con las ovejas y todo en mis brazos y vi al anfitrión de los ángeles.
Era un hermoso ángel alto, rubio, de ojos azules. Estaba con toda su
tripulación y se me acercó. Me puso las manos encima y me dijo: no tema y yo
dije: bueno. ¿Y sabes qué? El miedo desapareció, tan sólo desapareció. Esas
imágenes que vienen con tanta fuerza son el arquetipo, su energía es tan
superior a la energía humana que algún cambio tiene que ocurrir." Marion
Woodman en “El significado de los sueños”. Serie en video que puedes ver
haciendo click aquí
“Una vez soñé que estaba manipulando una máquina
médica que tenía muchas cosas de las que yo tenía que tirar (Varas para tirar y
empujar y demás). Pero podía ver la energía que entraba, que pasaba por la
máquina y podía ver cómo se transformaba al salir. Podía verla cruzar el puente
y transformarse en una imagen. La imagen era el poder sanador del sueño y
contiene la experiencia del cuerpo y la experiencia de la psique de tal manera
que las dos están unidas en ese puente que es la metáfora." Marion Woodman
en “El significado de los sueños”. Serie en video.
"Si un sueño se repite una y otra vez durante
un período de tiempo, puede no llevarte hasta el lugar que tanto te aterra,
pero puede llevarte hasta el borde. Si tienes a alguien que sabe como manejarlo
y simplemente se queda contigo para que tu puedas atravesar ese espacio,
entonces la psique sabe que puede atravesar eso y seguir viviendo, sin importar
cuán amargo sea." Marion Woodman en “El significado de los sueños”. Serie
en video.
“La persona que ha incorporado el relato desde la infancia, mantiene
generalmente mejores relaciones con el material patológico de las imágenes
obscenas, grotescas o crueles que aparecen espontáneamente en los sueños y en
las fantasías. Quienes sostienen una teoría racionalista y asociacionista de
la mente arguyen que si no presentáramos esos cuentos siniestros en los primeros
e impresionables años de la vida infantil, en años posteriores habría menos
patología y más racionalidad. Mi práctica me indica, por el contrario, que
cuanto más experimentada sea la parte imaginativa dela personalidad, menos
amenazador resultará lo irracional, menos necesaria será la represión y, por tanto, menos aflorará la patología
real en los acontecimientos cotidianos. Dicho de otro modo, por medio del
relato, la calidad simbólica delas imágenes y los temas patológicos encuentran
su lugar, con lo que se reduce la tendencia apercibir dichas imágenes y temas
de forma naturalista, con literalidad clínica, como signos de enfermedad. Estas
imágenes encuentran su lugar legítimo en el relato. Son propias de los mitos,
leyendas y cuentos de hadas en los que, al igual que en los sueños, aparecen
todo tipo de figuras extrañas y comportamientos dislocados. Después de todo, «el
más notable de todos los relatos», como a muchos les gusta denominar la Pascua
de Resurrección, esta repleto de imágenes siniestras, vistas con un detalle que
resalta lo patológico.
La «Conciencia narrativa» proporciona un mecanismo más adecuado para
reconciliarse con el propio historial clínico que la «conciencia clínica». El
historial clínico, además, es un tipo de ficción, escrito por miles de manos en
miles de clínicas y salas de consulta, almacenado en archivos y raramente publicado.
Este tipo de ficción llamado «Historial clínico» sigue las pautas del género
del realismo social; cree en datos y acontecimientos e interpreta, de manera
demasiado literal, todas las historias que cuenta. En el marco del análisis
profundo, el analista y el paciente reescriben juntos el historial clínico
creando una nueva historia; crean la «ficción» cuando colaboran en el trabajo
analítico. Una parte de la curación, quizás incluso la parte más esencial, se
debe a esta ficción elaborada en equipo, esta manera de inscribir todos los
acontecimientos caóticos y traumáticos de la vida en un nuevo relato. Jung dijo
que los pacientes necesitan «ficciones que sanen», pero nos es difícil adoptar
este punto de vista si no existe de antemano una predilección por la «conciencia
narrativa».
La terapia junguiana, al menos tal como yo la practico, trae consigo la
constatación de que la fantasía es una actividad creativa que renueva de
continuo la historia de la persona. Cuando examinamos dichas fantasías
descubrimos que reproducen los grandes temas impersonales de la humanidad,
representados en la tragedia, la épica, el cuento folclórico, la leyenda y el
mito. La fantasía, en nuestra opinión, constituye un intento del psiquismo de
remitologizar la conciencia, y es por ello que intentamos fomentar esta
actividad familiarizándonos con los mitos y los cuentos folclóricos. La
construcción del alma va de la mano de la desliteralización de la conciencia y
del restablecimiento de sus vínculos con las formas de pensamiento míticas y
metafóricas. En lugar de interpretar las historias a partir de conceptos y
explicaciones racionales, preferimos concebir las explicaciones racionales como
elaboraciones secundarias de relatos básicos que contienen y proporcionan
vitalidad. Según Owen Barfield y Norman Brown: «la literalidad es el enemigo».
Y yo añadiría: «la literalidad es la enfermedad». Siempre que nos aferramos a
una interpretación literal, una creencia literal o una afirmación literal,
perdemos la perspectiva imaginaria y metafórica sobre nosotros mismos y sobre
nuestro mundo. El relato es curativo por cuanto siempre se presenta bajo la
fórmula «érase una vez». Como una realidad condicional y simulada. Es la única
manera de explicar o contar lo que no se postula como real, verdadero,
positivo, revelado, es decir, literal.” James Hillman. Apuntes sobre el relato.
En “Recuperar el niño interior”. Ed. Kairós. Barcelona 2005. Puedes leer el artículo completo haciendo click aquí
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«alma» algo que
realmente nosotros experimentemos? No creo que sea así. Sólo es accesible a la
reflexión y a la intuición (después del hecho), y esta intuición presupone a la
vez algún esfuerzo (el estudio, el así llamado «análisis», el «ver a través
de») y también requiere un ojo particular para las cosas psicológicas. Las
experiencias son siempre inmediatas y subjetivas. Pero «el alma» es, de acuerdo
a Jung, precisamente no-ego, una psique objetiva. Él habló de procesos de
fondo, tal como Hillman ubicó al alma, metafóricamente hablando, en el
submundo. El «alma» ciertamente no es algo que verse sobre nosotros, ni sobre
lo que sintamos o pensamos.
“RH: Para ilustrar lo que usted
quiere decir por « la vida lógica del ‘alma’» ¿nos daría un ejemplo de su
propia vida o de la vida de alguien en que el "alma" ha sido
experimentada?
No hay acceso directo a ello. Si
uno quiere aprender algo acerca del alma y su vida lógica es mucho mejor
alejarse de nosotros las personas y en cambio, por un lado, volverse al mito,
la teología, el ritual arcaico (como la Misa Católica Romana), la gran
literatura y el gran arte, la filosofía o la alquimia, y por el otro, atender
al curso real de la historia, los cambios sociales, el desarrollo de la
tecnología y temas afines.
Si uno quiere ver el alma
trabajando en nosotros las personas, el mejor ejemplo—y verdaderamente grande,
aunque a veces equívoco—es la neurosis (no la neurosis de ésta o aquella
persona, sino el fenómeno moderno de la neurosis como tal). Pero es esencial
darse cuenta que una neurosis dada no es experimentada como una manifestación
del alma, y que lo que se experimenta no es el alma. Ni siquiera la mayoría de
los psicólogos enfocan la neurosis en términos del alma, sino más bien desde la
perspectiva del ego: por ejemplo, como causada por ciertas condiciones
traumáticas. Que la neurosis sea una creación libre del «alma» para sus propios
fines y propósitos (no para los nuestros) no se puede experimentar, sólo se
puede comprender. Se necesita psicología (una psico-logía con alma) para ver
«el alma».” Wolfgang Giegerich en "Love the questions themselves",
una entrevista realizada por Robert Henderson, publicada en Living with Jung:
“Enterviews” with Jungian Analysts, Vol. 3, (Robert & Janis Henderson,
eds.) Spring Journal Books, New Orleans: 2010. Traducción de Alejandro Bica con
autorización de W. Giegerich. Tomado del blog de Alejandro Bica
http://alebica.blogspot.com.es/
Selección de textos: Lisímaco Henao H. Analista Junguiano IAAP