domingo, 10 de julio de 2011

El Senex. James Hillman

James Hilman nos presenta una profunda mirada al arquetipo del Senex (El Anciano), a partir de una de sus imágenes más representativas: el dios griego Cronos y su versión romana: Saturno. Explora el lado oscuro de esta imagen (recordemos que todo arquetipo, por estar completo, asume todas las posibilidades), permitiéndonos percibir ese lado de lo anciano que en ocasiones es poco mencionado, debido quizás a una estereotipada polarización en su aspecto de sabio ("anciano sabio" o "anciana sabia").

El texto ha sido tomado de la compilación "Espejos del Yo" (Ed. Kairós, Barcelona 1994). Advertimos nuevamente sobre el error de traducción en esta obra, y en otras, que consiste en traducir SELF (Sí-Mismo) como YO.

EL SENEX

James Hillman

 

Según el prestigioso estudio del Warburg Institute sobre Saturno, en ningún dios griego el aspecto dual es tan real y fundamental como en la figura de Cronos; incluso tras la posterior adición del Saturno romano, que «originariamente no era ambivalente sino claramente bueno», la imagen compuesta continúa siendo bipolar en su mismo núcleo. Saturno es a la vez una imagen arquetípica del anciano sabio, del sapiente solitario, del lapis como roca de las edades, con todas sus virtudes morales e intelectuales, y del Viejo Rey, ese ogro castrador y castrado. Él es el mundo en cuanto constructor de ciudades y el nomundo del exilio. Es el padre de todo y a la vez lo consume todo; viviendo de su paternidad y a costa de ella, se alimenta insaciablemente de la abundancia de su prole. Saturno es a la vez imagen para el senex positivo y negativo.



En astrología esta dualidad se sorteó examinando el lugar de Saturno en la carta astral. De este modo, los polos bueno y malo inherentes a su naturaleza podían ser distinguidos. Su temperamento es frío. La frialdad también puede expresarse como distancia; el caminante solitario, apartado y proscrito. La frialdad también es fría realidad, las cosas tal como son; y sin embargo Saturno está en el extremo remoto de la realidad. Como señor del submundo, contempla el mundo desde fuera, desde tales profundidades que lo ve, por así decir, cabeza abajo, pero de manera estructural y abstracta. La relación con la estructura y la abstracción lo convierte en principio de orden, ya sea a través del tiempo, de la jerarquía, de la ciencia exacta y el sistema, de los límites y bordes, del poder, de la interioridad y la reflexión, de la tierra y las formas que da. Lo frío también es lento, pesado, plomizo, y seco o húmedo, pero siempre el coagulador a través de la densidad, la lentitud y el peso expresados como tristeza, depresión o melancolía. Así pues es negro, invierno y noche, pero proclama a través de su día -el sábado- el retorno de la sagrada luz del domingo. Su relación con la sexualidad es de nuevo dual: por un lado es el patrón de eunucos y célibes, siendo seco e impotente; por otro lado está representado por el perro y la cabra lasciva, y es un dios de la fertilidad como inventor de la agricultura, dios de la tierra y los campesinos, la cosecha y las saturnales, regidor del fruto y la semilla. Pero la cosecha es un tesoro; el maduro producto final y su acumulación puede ser de nuevo dual. Bajo la égida de Saturno puede mostrar cualidades de orgullo y tiranía; ahí acumular significa ser mezquino y agarrado, haciendo que las cosas duren para siempre. (Saturno gobierna las monedas, la acuñación y la riqueza.) Aquí encontramos las características de avaricia, glotonería y tal rapacidad que Saturno es bhoga, «comer el mundo», y se le identifica con Moloch -que de nuevo en su lado positivo exige el sacrificio extremo, y puede entenderse como Abraham y Moisés, el mentor Patriarcal que exige cosas extremas.

Su relación con lo femenino se ha expresado en unas pocas palabras: a los nacidos bajo Saturno «no les gusta andar con mujeres y pasar el rato». «Nunca tienen apoyo de una mujer o una esposa». Así Saturno está asociado con la viudedad, la infancia, la orfandad, el abandono, y atiende a los nacimientos pendiente de comerse a los recién nacidos, pues todo lo nuevo que llega a la vida puede convertirse en alimento para el senex. Las viejas actitudes y costumbres asimilan cada nuevo contenido; eternamente inmutable, devora sus propias posibilidades de cambio.



Sus aspectos morales son de doble filo. Preside la sinceridad en el lenguaje -y el engaño-; los secretos y el silencio -y la locuacidad y la calumnia-; la lealtad y la amistad -y el egoísmo, la crueldad, la astucia, el robo y el asesinato. Hace tanto cálculos honrados como fraudes. Es un dios del estiércol, los retretes, la ropa sucia, las ventosidades, y a la vez es también limpiador de almas. Sus cualidades intelectuales incluyen el genio inspirado de la melancolía ensimismada, la creatividad a través de la contemplación y la capacidad para las ciencias exactas y las matemáticas, así como para los secretos ocultos más altos como la angelología, la teología y el furor profético. Es el viejo indio sobre el elefante, el anciano sabio y «creador de sabios», como le llamó san Agustín en el primer tratado contra este arquetipo del senex.

Esta amplificación puede ser una descripción fenomenológica de un arquetipo, pero no es psicología. La psicología puede basarse en temas arquetípicos pero empieza propiamente sólo cuando estos factores, vividos como realidades emocionales dentro y a través de nuestros complejos, se sienten como algo que impulsa y configura nuestras vidas. La amplificación nos puede dar mitografía, o antropología o Kunstgeschichte [historia del arte]; pero queda fuera de nosotros, es interesante pero no nos implica. Ahora bien, dejemos que el núcleo arquetípico del complejo nos toque en nuestras vidas individuales; entonces las descripciones de mitos y ritos, arte y símbolos ¡se convierten de repente en psicología viva!. Entonces nos sacude como algo «interior» e «importante», que nos pertenece o nos posee. Entonces nos concierne, se convierte en una necesidad, y somos llevados a amplificar nuestros problemas psicológicos a través del conocimiento arquetípico. Entonces se hace urgente. A causa del complejo buscamos en los libros.

Psicológicamente, el senex está en el núcleo de todo complejo o gobierna toda actitud cuando tales procesos psicológicos llegan a su fase final. Esperamos que corresponda a la senectud biológica, como muchas de sus imágenes -sequedad, noche, frío, invierno, cosecha- se toman de los procesos del tiempo y la naturaleza. Pero hablando con propiedad, el arquetipo del senex trasciende la mera senectud biológica y está desde el principio como un potencial de orden, significado y plenitud teleológica -y muerte- dentro de la psique y de todas sus partes. Así, la muerte que brinda el senex no es sólo biológica. Es la muerte que llega a través de la perfección y el orden. Es la muerte de la realización y la plenitud, una muerte que aumenta su poder dentro de todo complejo o actitud cuando tal proceso psicológico madura a través de la conciencia hacia el orden, volviéndose habitual y dominante, y por tanto de nuevo inconsciente. Paradójicamente, cuando tenemos el mínimo de conciencia tenemos el máximo de conciencia.

El senex negativo es el senex escindido de su propio aspecto puer. Ha perdido a su «niño». El núcleo arquetípico del complejo, ahora escindido, pierde su tensión inherente, su ambivalencia, y queda muerto en medio de su brillo, eclipsado como un Sol Niger negativo. Sin el entusiasmo y el eros del hijo, la autoridad pierde su idealismo. Aspira únicamente a su propia perpetuación, llevando sólo a la tiranía y al cinismo; pues el sentido no puede sostenerse sólo con estructura y orden. Ese espíritu es unilateral, y la unilateralidad mutila. El ser es estático, un pleroma que no puede devenir. El tiempo -llamado eufemísticamente «experiencia», pero más a menudo sólo una costra donde se acumulan los sedimentos de la historia profanase convierte en una virtud moral e incluso en testimonio de la verdad, «veritas filia temporis». Siempre se prefiere lo viejo a lo nuevo. La sexualidad sin el joven eros se convierte en satiriasis; la debilidad se convierte en quejas, el retiro creativo se queda en retraimiento paranoide. Como el complejo es incapaz de establecerse y esparcir semillas, se alimenta del crecimiento de otros complejos o de otras personas, como por ejemplo el crecimiento de los propios hijos, o el proceso de desarrollo que se da en los clientes que uno analiza. Separado de su propio hijo y su ingenuidad, el complejo ya no tiene nada que decirnos. La ingenuidad y la inmadurez se proyectan en otros. Sin ingenuidad no hay sabiduría, sólo conocimiento, serio, deprimente, encerrado en un laberinto de academicismos o usado como poder. Lo femenino puede quedar secretamente encarcelado, o convertirse en Dama Melancolía, una consorte caprichosa, como una atmósfera que emana del complejo moribundo y le da el hedor de Saturno. En vez de integración de la personalidad hay subyugación de la personalidad, una unificación a través del dominio, y en vez de integridad sólo hay una idéntica repetición de un principio firme. O bien, para despertar de nuevo el lado puer puede haber un enamoramiento compelido por el complejo. (Venus nace de la espuma imaginal del inconsciente a partir de los disasociados genitales del castrado Saturno.)

Para resumir el senex: lo tenemos ahí desde el principio como ocurre con todos los factores arquetípicos, se halla en el niño pequeño que sabe y dice «sé» y «mío» con toda la intensidad de su ser, el niño pequeño que es el último en sentir lástima y el primero en tiranizar, que destruye lo que se ha construido y que en su debilidad vive en fantasías orales de omnipotencia, defendiendo sus fronteras y poniendo a prueba los límites de los demás. Pero aunque el senex está ya en el niño, sin embargo el espíritu del senex aparece de la forma más evidente cuando cualquiera de nuestras funciones, actitudes o complejos empiezan a coagular una vez traspasada su mocedad. El Saturno que hay dentro del complejo es lo que hace que el sentimiento de la eterna indestructibilidad del complejo sea difícil de cambiar, denso, lento y deprimente hasta la locura -la locura del plomo venenoso. Separa al complejo de la vida y de lo femenino, inhibiéndolo y llevándolo a la introversión y el aislamiento. De este modo perdura tras la rapidez de nuestros hábitos y nuestra capacidad de convertir en virtud cualquier vicio manteniéndolo en orden o atribuyéndolo al destino. El senex como complejo aparece en los sueños mucho antes de que una persona se haya puesto su toga senilis (a la edad de sesenta años en Roma). Se manifiesta como el padre de los sueños, el mentor, el anciano sabio, de los cuales es alumna la conciencia del soñador. Cuando se acentúa parece haber absorbido todo el poder, paralizándolo todo, y la persona es incapaz de tomar decisiones sin antes pedir consejo al inconsciente, esperando respuesta en forma de un oráculo o de una visión. A pesar de que el consejo puede venir del inconsciente, puede ser tan colectivo como lo que procede de los cánones estandarizados de la cultura. Pues las afirmaciones de sagacidad y significado, incluso las verdades espirituales, pueden ser un mal consejo. Estas figuras -padres, mayores, mentores y ancianos sabios- aportan una autoridad y una sabiduría que están más allá de la experiencia del que sueña. Por tanto, tiende a ser poseído por ellos en vez de poseerlos, de modo que es conducido por una certeza inconsciente que le hace «más sabio que lo que corresponde a su edad», buscando con ambición el reconocimiento de sus mayores y siendo intolerante de su propia juventud. El espíritu senex también afecta a toda actitud o complejo cuando se llega a la contemplación creativa de su significado último, de su relación con el destino, de su más profundo «porqué». Entonces la cáscara de cualquier actitud habitual, privada de todo poder exterior, se encoge hasta convertirse en una semilla, pero en los estrechos límites de esta semilla se halla encerrada toda la vis [fuerza] del complejo original. Así, vuelto sobre sí mismo casi hasta el punto de desaparecer, dejando sólo un humor melancólico de mortificatio y putrefactio, en la negra y fría noche de la privación, realiza una especie de solitaria comunión con el futuro; y entonces, con el genio profético del espíritu senex, revela lo que está más allá del filo de su propia guadaña destructiva, lo que brotará con todo su verdor a partir del grano que ha cortado.

Esta dualidad en el interior del senex que vemos en las imágenes positivas-negativas de la figura Cronos-Saturno nos plantea los problemas intensamente difíciles de nuestro proceso de individuación. ¿Cómo cambia el Viejo Rey en mis actitudes? ¿Cómo puede convertirse mi conocimiento en sabiduría? ¿Cómo admito la incertidumbre, el desorden y el desatino dentro de mis fronteras? El modo en que trabajamos estos problemas repercute en la transición histórica, pues cada uno de nosotros es un peso en la balanza.

La dualidad del senex se basa en una polaridad arquetípica todavía más básica, la del arquetipo senex-puer. Así, el problema psicológico crucial expresado por los términos «senex negativo» y «senex positivo», ogro y Anciano Sabio, que está relacionado con nuestras vidas individuales y el «qué hacer», que se refleja en los síntomas de este milenio que acaba, y que influye en nuestra repercusión sobre la transición histórica de nuestros días, este problema psicológico crucial surge de una escisión fundamental entre senex y puer dentro del mismo arquetipo. Las actitudes y la conducta del senex negativo son el resultado de la escisión de este arquetipo, mientras que las actitudes y la conducta del senex positivo reflejan su unidad; así, el término «senex positivo» o anciano sabio se refiere meramente a que el puer perdura transformado. Aquí llegamos a la cuestión: la diferencia entre las cualidades negativas y positivas del senex refleja la escisión o integración del arquetipo senexpuer.