UNA NOTA DE PRESENTACIÓN

La analista suiza Verena Kast afirmó en una entrevista "A mi no me escandaliza que se hayan enamorado ¿cada cuánto sucede algo tan maravilloso como esto?, a mi lo que me escandaliza es la forma como la trataron estos dos hombres [Freud y Jung], la forma en que desconocieron sus aportes". Aldo Carotenuto, quien ha trabajado sobre la correspondencia de Sabina y su diario íntimo, nos cuenta que ella aportó a Jung los fundamentos del concepto de Anima, y a Freud los del concepto de pulsión de muerte, y que no obstante en la obra de ambos apenas si se le menciona. En el texto que publicamos aquí yo veo esa doble influencia pero veo algo más: veo una fantasía realizada de Sabina (sublimada dirían los freudianos, realizada en su aspecto prospectivo afirmaríamos los junguianos), fantasía que consistía en unir la teoría de ambos hombres y que se metaforizó inicialmente mediante la fijación patológica en concebir un hijo de Jung. En mi opinión Sabina se esfuerza por concebir este hijo en su obra (sublimación-prospección), concebir algo nuevo, un fruto que integra lo que recibe de ambos hombres más lo suyo propio, no es que piense que en su obra está la completa realización de esa unión teórica que ¡vaya uno a saber si es posible!, sino la realización de esa fantasía básica que consistía en mostrar cómo pueden llegar a coincidir en algún aspecto la vía junguiana con la freudiana -además debemos tener en cuenta que conocemos poco de esa obra pues mucho se perdió tras el fusilamiento de la mujer por parte de soldados alemanes en una sinagoga de Rostov en 1942, luego de haber sido prohibida y perseguida por el gobierno bolchevique- . Y sabemos de esta fantasía de Sabina por varias cartas escritas a Jung en las que no solo menciona el fragmento delirante de sus años de tratamiento clínico, sino que le insiste en que "comprenda a Freud", pues considera las obras de los dos hombres como dos mitades de una posibilidad inigualable para el trabajo con lo inconsciente. Sabina le hace este pedido recurriendo al argumento de una mayor plasticidad por ser él, Jung, el más joven y "aún capaz de desarrollo" . A continuación transcribo un párrafo de una de esas cartas esperando sirva de invitación e incitación a leer "La destrucción como causa del devenir", un bello e inteligente trabajo que usé como base para un artículo sobre el papel de Eros y Tánatos en los maltrechos esfuerzos por la paz en mi país, pero que puede ser una mina de oro para muchísimas más reflexiones. A continuación, el fragmento de la carta, datada entre el 27 y 28 de enero de 1918, mucho después de la ruptura y cuando ya Sabina era una seguidora convencida de la causa freudiana; por su parte, Jung acababa de salir de su gran crisis creativa y se encontraba ya estableciendo los textos y las bases fundamentales de su propia obra:
"Es probable que Freud no lo comprenda nunca en las innovaciones que usted proponga. En el curso de su vida Freud ha hecho muchas cosas extraordinarias, y por el resto de sus días tiene tarea suficiente con elaborar los detalles de su obra colosal. Usted, en cambio, es aún capaz de desarrollo. Usted puede comprender muy bien a Freud, si lo desea, es decir, si no se lo impide su actitud afectiva personal. Las enseñanzas freudianas fueron, son y serán aún extraordinariamente fructuosas. Me parece muy injusto reprochar a Freud el ser unilateral, ya que cualquiera de nosotros lo es mucho más. El hombre que es el único en haber construido un imponente edificio mental, se impone primero como rey, luego, cuando ya se lo ha aprovechado suficientemente y alguien quiere liberarse de él, se lo declara unilateral y superado. Tenga usted el coraje de reconocer a Freud en toda su grandeza, aun cuando tuviera que cederle una parte de los propios méritos. Sólo entonces estará usted más libre y sólo entonces será usted más grande." [En A. Carotenuto (1984) Una secreta simetría. Ed. Gedisa, Bardcelona. Pg. 110).
Finalmente, un dato que puede simplemente resultar simpático para algunos o simbólico para otros: el hijo con el que fantaseaba Sabina Spielrein se iba a llamar Sigfrido y termina trabajando con Sigmund (Freud). Ambos nombres son sinónimos y corresponden al personaje principal en la saga heroica del antiguo pueblo escandinavo.
Finalmente, un dato que puede simplemente resultar simpático para algunos o simbólico para otros: el hijo con el que fantaseaba Sabina Spielrein se iba a llamar Sigfrido y termina trabajando con Sigmund (Freud). Ambos nombres son sinónimos y corresponden al personaje principal en la saga heroica del antiguo pueblo escandinavo.
Lisímaco Henao Henao
Analista Junguiano SCAJ-IAAP
3-10-19