La prostituta sagrada


Comentarios al libro “La Prostituta Sagrada”


De Nancy Qualls-Corbett.



La atracción poderosa que ejerce lo femenino sobre la psique tanto a nivel individual como colectivo parece ser el origen de la profusión de imágenes, conceptos e intentos investigativos en torno a su naturaleza. Es como si la diosa ejerciera su poder sobre nosotros de la misma manera que lo hizo sobre los pobladores de los siglos que nos preceden, pero esta vez en el ámbito de las ideas.

Desde siempre el fasinosum de lo femenino ha aparecido como adoración y veneración (en diosas, hadas, santas y vírgenes), como terror (ante brujas, ondinas, y demás seres maléficos legendarios) y como misterio (en sueños y reacciones emocionales ante aquellas imágenes y ante las mujeres reales que le representan empíricamente), y siempre el ser humano interpretó o dio sentido a aquellas manifestaciones influido por el espíritu y el saber de su tiempo. A partir de la construcción que hoy denominamos psicología analítica, hemos empezado a dar un sentido diferente a estas figuras como elementos vitales, cargados de energía y presentes desde siempre en la psique humana. C.G. Jung ha dado el nombre de ánima al recipiente propiciatorio de que, en cada ser humano y en todos los tiempos, aparezca la tendencia a la formación de tales imágenes y al conjunto de emociones que le acompañan (su energía específica). La característica esencial de este arquetipo parece ser la de poseer el elemento erótico como su esencia; erótico en tanto unificador y vinculante, generador de intimidades, de acercamientos. En este sentido, propone Jung al ánima como arquetipo que posibilita la conexión entre opuestos, es decir, como elemento relacionante por excelencia en la psique de hombres y mujeres.

El libro “La prostituta sagrada”, se alinea con estas ideas e interpreta una gran cantidad de restos arqueológicos que, en casi toda Europa y en el medio oriente, dan cuenta de la existencia de cultos en los que algunas mujeres participaban como símbolos del matrimonio entre la diosa y el hombre; propiciando de esta manera, según la autora, un acercamiento entre el hombre y las fuerzas naturales, vitales y regeneradoras de su psique, representadas por aquella diosa que se unía a ellos en el acto sexual (símbolo por excelencia de la unión de los opuestos), acto en el que era simbolizada por la sacerdotisa (“prostituta sagrada”).

La autora cita repetidamente el canto de una de las prostitutas sagradas del templo de la diosa Innana, aparecido en las tablillas escritas más antiguas que se conocen halladas en lo que hoy conocemos como Irak y que datan de hace más de 5.0000 años, redactadas por la cultura sumeria. En ellas parece relatarse incluso la desilusión y confusión de aquella sacerdotisa ante la invasión de pueblos que destruyen la tradición de la diosa a la que sirve.

Una línea de investigación parecida podemos encontrar en el libro “El caliz y la espada” de la antropóloga Rianne Eisler, el cual atrae por el conjunto de re-interpretaciones de hallazgos ya conocidos, los cuales, según la autora, habrían sido perversamente interpretados bajo la influencia de la corriente patriarcal de la época en que fueron descubiertos. Menciona por ejemplo ciertas pinturas rupestres que, al ser observadas bajo los potentes microscopios electrónicos modernos, muestran a un grupo de hombres batiendo ramas mientras adoran a un toro y no al grupo de cazadores lanzando flechas – como afirma la interpretación clásica - , lo cual traduce como producto de pueblos agricultores que veneraban los poderes regeneradores de la tierra en contraposición a la sobrevaloración de la guerra y la muerte que a que habrían llegado otros pueblos.

En la primera parte de La prostituta sagrada la autora sigue una línea antropológica cercana a la de Eisler, pero a partir del capítulo tres empieza a aparecer la mirada psicoanalítica. En el capítulo “La prostituta sagrada en la psicología de los hombres”, aporta materiales provenientes de los sueños de algunos de sus pacientes, para mostrar cómo esta prostituta seduce al hombre desde su inconsciente mostrándole su actitud hacia las mujeres de su entorno. Es interesante que Marie-Louise Von Franz hiciera una interpretación parecida de la imagen del animal-princesa en los cuentos de hadas, para ella este tipo de cuentos en los cuales debe besarse una rana para encontrar su apariencia verdadera, representa el estado en que se encuentra lo femenino en la psique de un hombre (el príncipe). Con Qualls-Corvet diríamos que no sólo en la psique de un hombre, sino de una sociedad completa (la llamada sociedad “patriarcal”). La conexión que muestra el sueño con el cuento o el mito no deja de asombrarnos, recordamos entonces la afirmación de Jung: “el sueño es el mito del individuo y el mito es el sueño de la humanidad”.

En el capítulo “La prostituta sagrada en la psicología de las mujeres”, se amplía la imagen de la seductora en los sueños de las mujeres como generadora de sentidos en torno al propio cuerpo, como liberadora de aquellas tendencias a satisfacer modelos y como modelo de disfrute y toma de conciencia de los propios deseos. El sueño en que una mujer se ve acercándose eróticamente a otra mujer suele ser índice, entonces, de su necesidad de integración con valores femeninos desestimados.

La obra continúa y el énfasis de la interpretación se va centrando en el tema de la confrontación de los “valores patriarcales”, por lo que la autora se ve impelida a modificar de cierta manera el modelo psicológico junguiano. Ya en la introducción hace una crítica a la limitación conceptual de Jung con respecto a lo femenino y advierte que por ello utilizará el concepto “naturaleza femenina”. Es prerrogativa de la autora no utilizar el concepto junguiano de anima, sin embargo me parece innecesario ya que “naturaleza femenina” es una más de las imágenes arquetípicas del ánima, lo cual parece pasar inadvertido para la autora.

En un sentido parecido aparece la concepción (ya sostenida por Rianne Eisler), de que hay en el proceso de la “creación” de dioses masculinos cierto tipo de “mala intención”. Es así como se afirma que cuando “…se empezó a adorar a los dioses fabricados por los hombres; los valores y las actitudes de éstos se convirtieron en los valores y las actitudes de aquéllas, justificando su total subordinación” (La prostituta sagrada. Pg. 150). Esta concepción resulta un poco tendenciosa, pues parece ver en las diosas femeninas aspectos siempre positivos y en los dioses masculinos una exclusiva fuente de dolor para las mujeres. Frente a una concepción tal, podemos oponer la de Erich Neummann, quien ve en el desarrollo histórico del alma humana un proceso de individuación colectivo, que incluye alejamientos y acercamientos de las figuras arquetípicas, el cual se corresponde también con el proceso del indivíduo. En este modo de comprender, el acercamiento (o re-acercamiento) a lo femenino es una fase hacia la que caminamos, lo cual no niega la posibilidad de que un mundo guiado por valores femeninos haya existido alguna vez y decaído por la invasión de los valores masculinos (de ahí mi concepto de re-acercamiento). Estos procesos comportan y han comportado dolor, injusticia y tragedia tanto para lo femenino como para con uno de sus símbolos más genuinos: la mujer; lo cual no es posible dejar de ver, pero a lo cual hay que aportarle una comprensión más amplia, sin olvidar sus terribles consecuencias para lo masculino y los hombres.

En los capítulos finales parece plantearse la necesidad de crear un nuevo arquetipo que acoja aquellos elementos que en la mujer son femeninos pero están encubiertos, para ello la autora tiende a utilizar conceptos como Diosa o Prostituta Sagrada como arquetipos, es decir como nuevas estructuras de la psique, confundiendo así la imagen primordial (el arquetipo) y su representación (la imagen arquetípica). No parece necesario un nuevo arquetipo, la Sombra es puerto y continente de aquellos valores que cultural e individualmente desdeñamos de nuestra personalidad, esos que corresponden a elementos pertenecientes a nuestro ser de mujeres u hombres. La sombra es el soporte (como imagen y concepto), de todas aquellas representaciones del no-yo psíquico expulsadas o no admitidas en la consciencia.

Lisímaco Henao Henao.

Barcelona, 2002

Notas

La prostituta sagrada. Nancy Qualls-Corvet. Ed. Obelisco, Barcelona 1997


“La conciencia matriarcal y la luna” en “Arquetipos y símbolos colectivos. Erich Neumann y otros. Círculo Eranos I” Ed. Anthropos. Barcelona, 1994

En cuanto a las vivencias masculinas del proceso de individuación, remito a mi libro “SER HOMBRE. Imágenes arquetípicas de masculinidad en Cien años de soledad.” Ed. Institución Universitaria de Envigado, Medellín 2010