Con motivo de nuestro Seminario Taller: El Cuerpo y Los Sueños, sobre Imaginación Activa en Movimiento o Movimiento auténtico, presentamos el siguiente texto. (Puedes ver la información sobre el seminario con un CLICK AQUÍ)
Texto tomado de "Los espejos del Yo" de Editorial Kairós [1], una interesante compilación de documentos sobre imágenes arquetípicas fundamentales. Lamentamos el hecho de que esta editorial traduzca el término "Self", es decir, Sí Mismo, como "Yo", lo cual genera entre quienes se acercan por primera vez a la psicología analítica no pocas confusiones. La traducción del texto sería entonces "Espejos del Sí Mismo".
El aprendizaje de la Imaginación Activa.
Por Barbara Hannah.
Barbara
Hannah: Nació
en Inglaterra y vivió en Suiza donde ejerció como psicoterapeuta, analista y
profesora del C. G. Jung Institute. Es autora
de Striving Towards Wholeness; Jung: His Life and Work, a Biographical
Memoir y Encounters with the Soul.
Recuerdo
que una mujer muy sabia me dijo que, durante un viaje por países que siempre
había querido visitar, se vio obligada a compartir la habitación con una mujer
que le resultaba muy antipática. Al enterarse creyó que esa circunstancia iba a
arruinarle el viaje pero pronto comprendió que si permitía que esa
circunstancia le arruinara el viaje echaría a perder uno de los momentos más
interesantes y satisfactorios de su vida. Pero para ello tuvo que
desidentificarse de sus sentimientos negativos, aceptar a su antipática
compañera y mostrarse atenta y amable, una técnica que funcionó
maravillosamente y le dispensó la posibilidad de dis frutar de un viaje
extraordinario.
Esto
es precisamente lo que ocurre con los contenidos inconscientes que nos
desagradan y nos resultan particularmente antipáticos ya que si permitimos que
estos sentimientos nos afecten malgastaremos nuestro viaje a lo largo de la
vida. Si, por el contrario, podemos aceptarlos tal como son y somos amables con
ellos descubriremos, no obstante, que no son tan malos como parecen y
evitaremos su hostilidad
.
La
primera figura que emerge de nuestro inconsciente es la sombra personal. La
sombra -aquello que hemos rechaza do de nosotros mismos- suele resultar tan
desagradable como la compañera de viaje del ejemplo anterior. Si somos hostiles
a nuestro inconsciente éste será cada vez más insoportable pero si lo tratamos
con amabilidad -comprendiendo que está bien tal como es- cambiará notablemente.
En
cierta ocasión, y a raíz de un sueño especialmente desagradable que había
terminado aceptando, Jung me dijo: «Ahora su conciencia es menos brillante pero
mucho más profunda que antes. Ahora sabe que es una mujer indiscutiblemente
honesta pero que también puede ser deshonesta. Esto quizás le resulte
desagradable pero realmente es un gran logro». Cuanto más avanzamos más claro
nos resulta que el principal avance
consiste
en la ampliación de la conciencia. Casi todas las dificultades de nuestra vida,
provienen del hecho de tener una conciencia demasiado estrecha como para
comprenderlas y nada contribuye más a comprender estas dificultades que
aprender a conectar con ellas mediante la imaginación activa.
La
imaginación activa nos ayuda a armonizarnos con el Tao y, de ese modo, fomentar
el desarrollo correcto de las cosas. Hablar del Tao chino quizás resulte
demasiado exótico pero el lenguaje coloquial está plagado de expresiones que
aluden al mismo hecho en nuestra experiencia cotidiana. La fra se «Esta mañana
saltó de la cama con la pierna izquierda» (o, como dicen los suizos: «con el
pie izquierdo»), por ejemplo, describe muy
precisamente
una condición psicológica en la que no estamos en armonía con nuestro inconsciente.
De la misma manera que la noche sigue al día, el hecho de estar enfadados y de
mal humor tiene un efecto disgregador sobre nuestro medio ambiente.
Todos
nosotros hemos experimentado el hecho de que nuestras intenciones conscientes
se ven interferidas de continuo por motivaciones desconocidas -o relativamente
desconocidas - procedentes del inconsciente. Quizás la definición más simple de
la imaginación activa consista en decir que nos brinda la posibilidad de
entablar negociaciones -y, a su debido momento, llegar a un acuerdo- con las
fuerzas y figuras del inconsciente. En este sentido la imaginación activa
difiere del sueño porque, en este último caso, no tenemos el menor control sobre
nuestra conducta. En la mayoría de los casos basta con analizar nuestros sueños
para restablecer el equilibrio entre la conciencia y el inconsciente pero
existen algunos casos, no obstante, en las que eso no es suficiente. Antes de
seguir adelante, sin embargo, convendría describir sucintamente las técnicas
que suelen utilizarse en la imaginación activa.
La
primera condición consiste en estar a solas y sin posible perturbación.
Entonces debemos sentarnos y concentrarnos en cualquier imagen o sonido
procedente del inconsciente. Cuando esto ocurre -y tal cosa no suele ser
sencilla debemos evitar que regrese de nuevo al inconsciente dibujando,
pintando o escribiendo lo que hayamos visto u oído (aunque, en ocasiones,
quizás resulte más adecuado recurrir al movimiento o la
danza).
Hay personas que tienen dificultades para conectar directamente con el inconsciente.
Para ellas quizás resulte más apropiado escribir una historia sobre otras
personas, una historia que, en definitiva, revela invariablemente facetas
totalmente inconscientes del psiquismo del narrador.
En
cualquiera de los casos, el objetivo consiste en llegar a establecer contacto
con el inconsciente, lo cual supone una oportunidad para que éste se exprese.
(Quien esté convencido de que el inconsciente no tiene vida propia debería pro
bar este método alguna que otra vez.) Para ello casi siempre resulta necesario
superar un mayor o menor nivel de «dificultad consciente» y permitir que las
fantasías -que de un modo u otro siempre
pueblan
el inconsciente- emerjan en la conciencia. (En cierta ocasión Jung me dijo que,
en su opinión, el sueño siempre está presente en el inconsciente pero que para
registrarlo plenamente en la conciencia debemos dormir y retirar nuestra
atención del exterior). La primera re gla de la imaginación activa consiste
pues en aprender, por así decirlo, a ver o escuchar el sueño mientras estamo s
despiertos.
Jung
también incluye, en ocasiones, el movimiento y la música entre las distintas
modalidades que nos permiten descubrir estas fantasías aunque también señala
que con el movimiento -de una importancia extraordinaria a veces para disolver
el bloqueo de la conciencia- existe la dificultad adicional de registrar los movimientos
ya que, si no existe re gistro externo, es asombrosa la velocidad con la que
las cosas que brotan del inconsciente desaparecen de nuevo en él.
Jung
propone la repetición de los movimientos liberados hasta que se hayan fijado
realmente en la memoria y aún entonces conviene dibujar el patrón de la danza o
el movimiento o describirlo en pocas palabras para impedir que vuelvan a
desaparecer a los pocos días.
Existe
otra forma de tratar con el inconsciente mediante la imaginación activa que
siempre he considerado sumamente útil: la conversación con contenidos
personificados del inconsciente. ¡Obviamente, resulta muy importante saber a
quien estamos hablando y no considerar cualquier cosa que escuchemos como
la voz del Espíritu Santo! Con la visualización esto resulta relativamente
sencillo pero también resulta posible sin ella porque podemos aprender a
identificar las voces o la forma de hablar como para no cometer ese tipo de
errores. Además, esas figuras son muy paradójicas: las hay positivas y las hay
negativas
y con frecuencia se interrumpen mutuamente. En tal caso también podemos
juzgarlas por el contenido de sus mensajes.
Al
trabajar con la imaginación activa debemos recordar una regla muy importante.
En cada ocasión en que entremos en nosotros mismos debemos prestar una atención
plena y consciente a lo que decimos o hacemos, tanta -o incluso más todavía- de
la que prestaríamos a cualquier situación externa importante. De este modo impediremos
que se convierta en una fantasía pasiva. Pero una vez hayamos dicho o hecho
todo lo que queramos debemos también ser capaces de mantener nuestra mente en
blanco para poder escuchar o ver lo que el inconsciente quiera hacer o
decirnos.
La
técnica visual o auditiva consiste fundamentalmente en dejar que las cosas
sucedan. Pero no debemos permitir, sin embargo, que las imágenes cambien
caleidoscópicamente. Si la primera imagen es un pájaro, por ejemplo, no debemos
permitir que se transforme en un león, un barco en me dio del océano, el
escenario de una batalla, etcétera. La técnica consiste en mantener nuestra
atención sobre la primera imagen y no permitir que el pájaro desaparezca hasta
que nos haya explicado porqué apareció, qué mensaje nos trae del inconsciente o
qué es lo que quiere saber de nosotros. Resulta evidente la necesidad de entrar
en la escena o de participar en la conversación. Si no lo hacemos así, aunque
hayamos aprendido a dejar que las cosas sucedan, la fantasía podrá
transformarse del modo que describimos o -incluso en el caso de mantener la
primera imagen- permanecer pasivos ante ella como lo hacemos en el cine o al
escuchar la radio. Ser capaz de permitir que las cosas sucedan es muy necesario
pero resulta perjudicial si nos mantenemos en ello durante mucho tiempo. El
único objetivo de la imaginación activa consiste en llegar a un acuerdo con el
inconsciente y para ello debemos dejar que el inconsciente salga a la luz, lo
cual nos obligará, necesariamente, a mantener un punto de vista suficientemente
consolidado.
[1] Espejos del yo: imágenes arquetípicas que dan forma a nuestras vidas. Christine Downing (Comp). Editorial Kairós, Barcelona 1994